Siempre que les hablo del cielo es en invierno. En verano la costa está sobreiluminada, las noches son cortas y los días maratonianos. Si aún así está usted en una cala apartada o aprovecha la noche para cruzar de una isla a otra, no dude en mirar el cielo, siempre impresiona.
¿Qué podemos ver en esta época? Siempre veremos las constelaciones circumpolares: Osa Mayor, Osa Menor con la estrella Polar, Cefeo y Casiopea. Tan sólo hay que mirar al Norte y repasar otras columnas ya publicadas en Gaceta Náutica.
Justo encima de nuestras cabezas tenemos un asterismo, ya saben una constelación falsa, el Triángulo de verano formado por las estrellas Altair, Deneb y Vega que también están en las constelaciones de Aquila, Cygnus y Lyra, respectivamente.
Cygnus es una enorme cruz con un brazo, el derecho, más largo, muy fácil de identificar. Vega pertenece a Lyra pero las demás estrellas no son tan brillantes. Aquila es el claro esquema de un pájaro, tanto que ya los babilonios agruparon esas estrellas en forma de águila. Las estrellas están ahí y somos nosotros los que componemos las constelaciones y generamos una mitología -no se dejen el siguiente párrafo- pero lo cierto es eso, que unas estrella están más aquí como Altair y Vega que están a sólo 16 y 25 años luz y otras un poco más allá, como Deneb que está a unos asombrosos 3.230 años luz.
Si miramos hacia el Sur, veremos la constelación de Escorpio, fácilmente localizable gracias a Antares y a tres estrellas casi en línea vertical un poco más a la derecha. Antares es una gigante roja de un tamaño descomunal, unas 700 veces nuestro sol. Su color rojizo y que se cruce con Marte regularmente es lo que le dió el nombre en la antigüedad, es el enemigo de Ares/Marte, es anti Ares. Escorpio es la constelación reina del verano y ocupa el espacio que Orión tiene en invierno porque fue un escorpión quien mató al gigante y los dioses los pusieron en extremos opuestos del cielo. Cuando despunta Escorpio, Orión se esconde tras el horizonte.