En los últimos tiempos, hemos vuelto a escuchar elogios sobre la protección marina en Baleares, posicionándola como un referente en los últimos 20 años. El objetivo medioambiental es alcanzar un 10% de protección estricta en el territorio balear. Sin embargo, llama la atención que solo el 0,23% del total de la costa mediterránea está realmente protegida. Este dato invita a una reflexión más profunda.
Actualmente, el 100% de las reservas marinas se concentran en franjas costeras de entre 0 y 45 metros de profundidad, con pocas excepciones, como el caso de las aguas exteriores de Dragonera. A esto se suma que gran parte del litoral balear está urbanizado. En muchas zonas no existe un sistema adecuado de recogida de aguas pluviales ni de desechos, lo que inevitablemente conduce a que estas aguas acaben sin filtrar en el mar.
Además de la contaminación doméstica, las aguas costeras se ven afectadas por el intenso tráfico de embarcaciones en puertos deportivos, especialmente las de alquiler y grandes esloras. Este fenómeno, aunque no necesariamente malintencionado, puede verse agravado por la falta de sensibilización medioambiental de algunos usuarios que, por desconocimiento, podrían incurrir en prácticas perjudiciales.
No pretendemos señalar culpables, pero es evidente que se da una gran importancia a la creación de reservas marinas de "interés pesquero" a instancias del sector profesional, dejando fuera a los pescadores recreativos. Para que una reserva marina sea realmente eficiente, debería prohibirse todo tipo de pesca, y su extensión debería incluir aguas a más de 100 metros de profundidad, dado que las especies marinas migran a distintas cotas según la época del año, el hábitat y la temperatura.
Es urgente plantear una protección efectiva, libre de cualquier tipo de contaminación. Un ejemplo preocupante es la propuesta de ampliación de la reserva de El Toro y Malgrats hasta la Isla del Sec, que coincide con la intención de extender el emisario de Palma más allá de la bahía, acercándose peligrosamente a estas reservas, que podrían verse afectadas por los vertidos no tratados.
Apoyemos reservas marinas que sean 100% reales, que incluyan áreas de diferentes profundidades y estén libres de contaminación humana. Esperemos que los actuales responsables políticos demuestren la eficiencia que han prometido, valorando todas las posibilidades sin dejarse influir por entidades ecologistas o intereses empresariales. Solo así conseguiremos un mar balear sano, que no perjudique a los residentes y mantenga viva la tradición de la pesca recreativa.