En el yachting moderno de crucero existe una tendencia a enrollar todo. No hay que envergar y desenvergar las velas, no hay que izar y arriar, solo desenrollar y enrollar. Primero fueron las velas de proa luego las mayores en el mástil, después en la botavara y en la actualidad, algo que parecía imposible, las velas de portantes; códigos 0 y gennakers. Los artilugios que se comandan con un botón, sean eléctricos o hidráulicos, tienen mejor prensa, sin embargo, la navegación a vela nos sigue manteniendo en una realidad donde todavía la mayoría del manejo del velero es tracción a sangre, afortunadamente.
Es por ello que todavía siguen vigentes los recursos de la vieja marina que mantienen vivas técnicas para que nuestras navegaciónes sea más fáciles, seguras y económicas. Un ejemplo son los lazy jacks heredados de los juncos, un aparejo imprescindible e universalizado para mayores de izar y arriar con sables horizontales. Después de décadas de luchar contra mayores que no se dejaban dominar y plegar sobre la botavara, decidimos copiar a los chinos, eternos copiadores ellos, que venían usando los lazy jacks y los sables largos desde épocas remotas.
El enrollador de proa forma parte de la mayoría de veleros. Sin embargo, tiene sus excepciones en barcos que siguen usando el sempiterno mosquetón para fijar el gratil sobre estay, porque hay navegantes que les gusta, otros están por la sencillez y en veleros clásicos aferrados a costumbrismos y muchas otras razones. En veleros pequeños ir a proa en navegación tiene algo de equilibrismo por lo que poder dominar la vela de proa sentado en la bañera es mejor. Velas en botalones también están dentro de estas maniobras de «una mano para otra para el rey» y pueden beneficiarse de algún sistema para no ir a la punta del botalón a confrontarse con la vela y las olas.
Popularizado como Gerr downhaul o bajador de foque, fue dibujado por primera vez, que yo sepa, por el arquitecto naval Davis Gerr en un artículo de la revista Cruising World de hace unas décadas, es un ingenio que funciona perfectamente y requiere montar muy pocos elementos.
Como puede verse en el dibujo, el bajador es un cabo que forma parte de la vela. Un extremo debe fijarse o coserse el puño de driza, después se ponen un par de anillas cerca del grátil que guiarán el cabo hasta una polea aproximadamente en la mitad de grátil, que desviara el cabo en dirección al puño de escota, donde otra polea desviará el cabo hacia el grátil donde otra polea desviara el cabo hacia otra polea fija en cubierta que desviará el cabo hacia la bañera. Si en su camino por cubierta, el cabo choca con algo, se puede poner un guiador para que llegue a la bañera sin rozamientos.
El procedimiento es sencillo, comienza filando la escota, se libera la driza y se cobra del cabo bajador, la vela debe bajar hasta hacerse un paquete quieto, controlado y sin posibilidad de irse al agua. Cuando todo está abajo, el cabo bajador debe asegurarse en una cornamusa o mordaza.
Arriando de esta manera, se logra reducir la vela de forma fácil y segura sin salir de la bañera y sin correr el riesgo que la vela se enganche o vaya al agua. Los artilugios automáticos pueden fallar, las maniobras seguras evitan las catástrofes derivadas, un pequeño problema mal resuelto o inadvertido desencadena otro, otro y otro, hasta algo imposible de arreglar. Así se hunden algunos barcos.