Los tres submarinos partieron de la base naval de Sóller a las 8.30 horas poniendo rumbo a un punto situado a 15 millas del través del Faro de Cap Gros. En esa zona se desplegaron en formación de triángulo equilátero de 10 millas de lado. El ejercicio consistía en que los tres submarinos debían esperar la llegada de la flotilla de destructores, que hacían de «enemigos».
La flota que supuestamente atacaría Sóller, defendido por los tres submarinos, vendría de Formentor, en paralelo a la costa. El C2 hizo el simulacro de su ataque a las 13.11 horas, a 22 millas del faro de Cap Gros, por la popa de la flota, regresando a puerto después de los supuestos lanzamientos de torpedos. Posteriormente, el C4 debía realizar su ataque, pero sin que se sepa la razón, emergió exactamente a las 13.55 horas justo en la proa del destructor Lepanto, que no pudo evitar abordarlo.
El Lepanto navegaba a 14 nudos de velocidad en ese momento. En su costado de estribor y casi por el centro del submarino, entre la torreta y el cañón, el destructor abordó al submarino C4, casi pasando por encima de él. El submarino quedó casi partido y se hundió en el acto. El Lepanto no pudo más que constatar la mancha que quedó en la zona. Poco después toda la flota se reunió en el lugar del siniestro y allí pudieron ver cómo trozos de madera de caoba de la cámara de oficiales salía a la superficie, así como papeles, una silla y otros elementos que hacían deducir que el destrozo en el C4 había sido fatal de necesidad. Los 44 tripulantes del C4 debieron perecer en los primeros segundos.
Oficialmente el submarino C4 sigue «desaparecido». Nadie lo ha localizado o filmado. La profundidad en la zona del abordaje es de más de 300 metros, inaccesible para los buceadores deportivos o profesionales.
Han pasado exactamente setenta años y la Armada Española, como cada 27 de junio, recuerda a esos 44 hombres con un emotivo acto en la Base Naval del Port de Sóller. La Armada no olvida nunca a sus marinos perdidos en acto de servicio. Todo un ejemplo.