Él había sido su capitán, y ahora quería comprarlo para chartearlo. Parecía un trabajo más pero no lo fue, desde principio a fin es una historia como para contarla.
Juan Luis es vitalidad, energía y simpatía desbordantes, no para quieto ni un momento, siempre está pensando hacer alguna cosa fuera de lo común, y la de ese día no era otra que comprarse un velero one-off de kevlar y 77 pies de eslora, el Ocean Phoenix.
Soñaba con hacerlo suyo desde el día en que le puso los ojos encima, y lo hizo, ¡vaya si lo hizo! Fue una negociación muy dura, durísima, casi se rompe en un par de ocasiones debido a la fuerte personalidad de las partes. El bróker, Jonathan Syrett, estuvo realmente impresionante, yo puse toda la carne en el asador… Y firmamos el último día de plazo. Juan Luis tenía tanta confianza en mí que había reservado chárters para todo el mes de agosto, nunca olvidaré cuando me dijo: «¡Por tu madre, haz lo que sea o la hemos liado parda!»
Y ahora, a mediados de este mes, partimos hacia Canarias y el Caribe, digo partimos porque me ha invitado a acompañarle y entenderán ustedes que acepté sin pensármelo un segundo. Además, vamos con dos tripulantes profesionales más y un grupo de pasajeros que pagan por la travesía en régimen de chárter.
Juan Luis estará en aguas del Caribe hasta mayo o junio del próximo año y ofrece no sólo el típico chárter a todo trapo en un velero de 24 metros, sino también la plataforma ideal para realizar navegación de altura con tripulación profesional y sin más preocupaciones que involucrarse en la navegación y preguntar todo aquello que uno quiera para aprender. Nos permite perder el miedo a las grandes navegaciones y cumplir ese sueño que muchos tenemos de cruzar el Atlántico, pero minimizando riesgos, participando en las maniobras, en la estrategia de navegación y viviendo esa aventura que tantos tenemos en mente y tanto nos cuesta poner en práctica.
Pero si nos apetece simplemente navegar y relajarnos, también es posible. ¿Y regatear? Pues también: este invierno el Ocean Phoenix está inscrito en tres de las regatas más divertidas del Caribe, la RORC 600 Caribbean, la Heineken Saint Marteen Regatta y la Loro Pianna Superyacht.
Cada vez que subo a ese barco, y lo he hecho para navegar, para ayudar a montar velas, para cargar y descargar una tonelada (literalmente) de baterías o simplemente para tomar algo con Juan Luis, y veo su inmensa sonrisa de satisfacción, veo a alguien que ha conseguido hacer realidad un sueño y se gana la vida facilitando que otros puedan cumplir los suyos.
¿Quién dijo que los sueños son imposibles? ¡Sólo hay que perseguirlos! Ya ven que no sólo escribo para quejarme.