Ahora imagínense ese oleaje provocado por buques de pasaje navegando a elevadas velocidades a escasa distancia de la costa transportando cada día las más de 12.000 personas que diariamente visitan Formentera en temporada alta.
No hablamos de patrones despistados o ignorantes, son marinos profesionales obligados a cumplir horarios agotadores… No se admiten retrasos, cuestan dinero, los pasajeros se enfadan, las otras navieras protestan, las denuncias entre ellas por encontrarse con el atraque ocupado por un buque con retraso son constantes. Así que navegan tan rápido como pueden, desaceleran casi en la bocana de La Savina, las olas provocadas por sus estelas ocasionan todo tipo de incidentes.
Y todo eso por no hablar de los efectos que ese oleaje continuado, artificial, de frecuencias desacompasadas y violento tiene sobre el litoral, arrastrando arena, llevándose la protección del sistema dunar contra los embates del mar, además de enturbiando el agua y poniendo en peligro la fotosíntesis de la sacrosanta posidonia.
¿Y qué hacen las autoridades? Veamos… El Govern y el Consell de Formentera están emperrados en prohibirnos anclar donde lo hemos hecho siempre, llegando en su delirio a llamar fondeo incontrolado a lo que tendría que llamarse fondeo ilegal, y considerando como tal el mero hecho de que la cadena de un barco fondeado toque una hoja de posidonia.
Las Capitanías tienen problemas de dotación y su personal hace milagrosTodo ello en un surrealista decreto cuyo borrador, tras enumerar algunas amenazas contra la posidonia, se limita a prohibir fondear al ancla y no hace nada para parar los vertidos masivos de aguas residuales mal depuradas que se están cargando las praderas de las bahías de Palma, Sóller o Alcudia. Arreglar «merderas» no vende, pero fastidiar a los «ricos de los yates» conecta con los votantes del conseller Vidal y les permite concesionar y cobrar cánones por la instalación de marinas encubiertas (campos de boyas). Igual se las adjudican al amigo del exvicepresidente Barceló, ese genio que dirigió la campaña electoral de Més.
Por su parte, la Autoridad Portuaria (APB), desde cuyo edificio puede seguirse en directo todo este estropicio, parece más preocupada en que la policía portuaria se dedique a poner multas a los coches mal aparcados, que podamos pagar la ORA con el móvil, y hostigar a los navegantes que allí amarran, mientras que en la central en Palma están obsesionados con subir los cánones y privatizar o concesionar todo lo posible. Hay que decir, en honor a la verdad, que a raíz de la denuncia interpuesta por un cliente mío contra una de estas compañías se ha limitado la velocidad a seis nudos o velocidad mínima de maniobra en aguas interiores y 15 en aguas exteriores.
También se establece que no se podrá provocar oleaje que ponga en peligro al personal, ya sea los que están en tierra como embarcados o fondeados. Ya empezamos con las chapuzas, y lo digo porque velocidad mínima de maniobra es un concepto indeterminado y seguro que, de repente, estos barcos tendrán velocidades mínimas de maniobra extrañamente altas.
Nos queda la DGMM, siempre vigilando y regulando por nuestro bien. Nos dice que denunciemos, pero si lo hacemos no tienen personal para ocuparse del asunto, las Capitanías tienen problemas de dotación y su personal hace milagros. ¿Es tan difícil fijar límites de velocidad y distancia mínima de la costa y delimitar un canal de aproximación perpendicular una milla y media mar adentro? Todos los buques mercantes llevan AIS, así que se le asocia al invento un programita que salte cuando alguno incumpla. Y listo.
Pienso que la solución debe establecer distancias mínimas de separación respecto a la costa y limitaciones de velocidad ya incluso desde los Freus, porque estos bichos mueven mucha agua. Esperemos que la norma sirva de algo, y que sea cumplida. Y para ello tendrían que ponerse de acuerdo la APB y la DGMM, algo aparentemente imposible.