Las cosas pueden estar saliendo mejor o peor, según el caso y según se mire, pero hay políticos que están haciendo un buen trabajo, y es de justicia reconocerlo. Especialmente en momentos tan cruciales y enconados como los que vivimos.
La buena labor no podemos medirla en función del resultado final por una razón muy simple: todas las decisiones recaen en el “mando único” y está siendo desgraciadamente habitual que determinados funcionarios o dirigentes regionales se partan el pecho para que nada cambie, o muy poco. Elogiamos aquí, pues, el esfuerzo con independencia de si ha fructificado o lo ha hecho solo parcialmente.
En otras circunstancias no citaría las fuentes, pero voy a hacerlo sin recabar su autorización porque no creo que les moleste. Si es así, vayan por delante mis disculpas. Me lo han dicho tres personas distintas, todas ellas dignas de mi mejor consideración. La primera fue Bernardí Alba, presidente de la Federación de Amarristas. Luego se sumó Rafael Palmer, gerente de la Asociación de Clubes Náuticos. Y este mediodía me lo ha confirmado Gabriel Dols, presidente de la Asociación de Navegantes Mediterráneo. Todos ellos coinciden en que el director general de Puertos y Aeropuertos de Baleares, y vicepresidente de Ports IB, Xavier Ramis (PSOE), está siendo uno de los grandes aliados del sector náutico balear frente a ese gigante burocrático que es el Gobierno de España. Y todos remarcan la humanidad de su trato y su ánimo sincero de ayudar.
Es cierto que las asociaciones de puertos deportivos y usuarios no han conseguido todo lo que pedían, y que ciertas restricciones para el acceso a los barcos, e incluso el bloqueo que a estas horas aún persiste en las instalaciones de Baleares y Canarias, están lejos de colmar sus reivindicaciones, pero no lo es menos que Ramis y su equipo de colaboradores han estado siempre abiertos al diálogo y a trasladar a la autoridad superior todas las peticiones, sugerencias y propuestas surgidas de los aficionados y usuarios del mar.
Gracias a estas gestiones se han podido establecer protocolos para la desescalada y avanzar hacia la normalización paulatina de la actividad náutica. En cuanto se abran los puertos, que se abrirán más pronto que tarde, cabrá atribuirle un porcentaje alto del mérito a este dirigente poco amigo de los focos y que conserva lo mejor del estilo de la vieja escuela de la política: educación y capacidad de aceptar la crítica, incluso cuando ésta es injusta o exagerada.
Otros altos cargos portuarios, de los que hoy no merece la pena hablar -sin que ello signifique renunciar a hacerlo en el futuro-, ni están ni se les espera. Se han volatilizado y han demostrado que sus capacidades se circunscriben a la intriga cafetera y a la propaganda. Pero eso es otra historia.