Participé a bordo del Bulla Nautiservice, en la clase de los pequeños (ORC 3-4), en la que quedamos segundos tras una serie de preciosas y reñidas luchas con el Sirpy. Una pena que la clase estuviera tan poco concurrida, sólo había 6 barcos inscritos y al agua salimos tan solo cinco, pero ello no quita ni un ápice de emoción a una serie de regatas barlovento-sotavento en la que las diferencias entre Sirpy y nosotros se medían por segundos…
Sin embargo, lo mejor no ha sido la clasificación, ni que el barco corriese, sino que nuestra tripulación constaba tan solo de dos adultos, Alberto Torres, el armador, y yo mismo, ambos ya maduritos. El resto de la tripulación, con edades entre los 14 y los 17 años, estaba integrada por regatistas de vela ligera en su mayoría. Y realmente ha sido un placer ver como estos chicos (y una chica), Albert Jr, Xesc, Xisco, Guillem, Billy y Lluisa, no sólo hacían correr el barco como si lo conocieran de siempre, sino cómo se coordinaban sin haber navegado nunca todos juntos, además de su capacidad de leer el campo de regatas, planear tácticas y estrategias, y sus ganas de trabajar en todo momento.
Otra tripulación de jovencitos, a bordo del J80 Opera Season, también brilló a gran nivel, consiguiendo el segundo lugar en el podio.
Esto refleja la gran labor que están haciendo los clubes náuticos con sus escuelas de vela, preparando regatistas de altísimo nivel que, siendo prácticamente unos críos, son capaces de subirse a barcos como el Bulla o un J80 y plantar cara a auténticos veteranos.
Y también se da uno cuenta de que la vela es el único deporte que permite a un tipo de 48 años competir codo a codo con gente mucho más joven, formando equipo, y aprender de ellos al tiempo que les enseñas tú.
Y luego llegas a un evento como la Gaastra-PalmaVela, y ves en la misma bahía desde un FF a un Clase J como el Lionheart, todos ellos unidos por una misma pasión, el deporte de equipo por excelencia, donde un solo fallo puede costarte la regata.
Un acontecimiento en el que mientras haces cola para que te den un plato de fideuá (buenísima por cierto) te puedes encontrar charlando con un tipo como Bouwe Beeking que te pregunta por tu barco, por cómo te ha ido el día, y al comentarle el tipo de tripulación que llevas va y te dice que todos los armadores de crucero deberían subir a bordo a los chavales de la vela ligera, para que algún día tengan la oportunidad de llegar a las grandes regatas de crucero, circuitos como TP52 y otros…
Fue una PalmaVela especial y preciosa para mí. Por cierto, ¿dónde estaban las autoridades? ¿En su despacho y pensando en prohibirnos fondear, quizás?