Un navegante de recreo se topó el pasado 15 de julio con una patera vacía en su travesía de regreso a Palma desde Cabrera, al sur de Mallorca. La embarcación, sin motor y con marcas de spray que indicaban la intervención de la Guardia Civil cuatro días antes, representaba, a su juicio, “un grave peligro para la navegación”. El testigo, que afirma haber advertido la presencia del obstáculo a la deriva cuando éste se encontraba a poca distancia de su barco, se puso en contacto con Salvamento Marítimo, que le requirió para que indicara las coordenadas del hallazgo. Poco después, otra patera apareció en idénticas circunstancias en las inmediaciones de Cas Català, cerca de tierra. En este caso fue avistada por un grupo de monitores de vela de Calanova.
La Delegación del Gobierno en Baleares ha afirmado que en los rescates se prioriza el salvamento de las personas y que las embarcaciones son retiradas y remolcadas a tierra siempre que las circunstancias lo permiten. Sin embargo, no ha podido confirmar la razón por la que estas dos pateras en concreto se encontraban abandonada en medio del mar ni si el motor fueraborda de ambas fue retirado por la fuerza actuante.
En las últimas horas, Baleares ha sido testigo de una nueva oleada de llegadas de pateras, alcanzando cifras alarmantes. En total, se ha rescatado a 320 personas en distintos puntos del archipiélago (principalmente Formentera), destacándose una embarcación en particular que llevaba a bordo a 58 tripulantes, la cual fue avistada por el servicio aéreo de la Guardia Civil. A pesar de la solicitud de información oficial, no se han proporcionado detalles sobre las características (eslora, manga y motorización) de esta nave.
La patera con 58 personas a bordo, en la que se ha sabido que viajaban cuatro mujeres (una de ellas embarazada) y dos bebés, resalta la magnitud del fenómeno migratorio y la presión continua que afrontan las Islas Baleares, que han pasado de ser una plataforma de paso de los inmigrantes ilegales que se dirigían a Valencia, Barcelona o Marsella para convertirse en “destino final”, según informan de manera confidencial fuentes policiales.
INFORMACIÓN SIN DETALLES
El control de la información sobre los rescates es absoluto. Las autoridades, siguiendo directrices del Ministerio del Interior, se limitan a detallar la llegada o interceptación de pateras de manera individual, siempre con el mismo texto y especificando únicamente el número de personas, su posible origen -generalmente magrebí o subsahariano- y su “aparente buen estado de salud”, en la mayoría de los casos. No se aportan datos, salvo petición expresa, sobre el sexo de los tripulantes y en ningún caso de si se trata de menores o mayores de edad, aduciendo para ellos la Ley de Protección del Menor.
La ruptura de relaciones con Argelia desde el reconocimiento español de los postulados de Marruecos sobre la soberanía del Sáhara Occidental impide cualquier tipo de colaboración con las autoridades del país emisor. Los inmigrantes llegados a Baleares quedan en libertad y sin medios de vida a la espera de que se ejecute su expulsión, lo que hoy por hoy es imposible. A pesar de las graves consecuencias sociales que se derivan de cada nueva oleada, el fenómeno se ha trivializado y ha dejado de ocupar espacios destacados en la información que ofrecen los medios generalistas. La arribada de la patera con 58 personas, la mayor de la historia en Baleares, pasó prácticamente desapercibida.