Así contamos en 2007 el expolio del tesoro que narra La Fortuna

Gaceta Náutica, con la ayuda del abogado y periodista Pipe Sarmiento, denunció la pasividad del Gobierno español ante las evidencias de que Odyssey estaba saqueando el pecio de La Mercedes en aguas españolas

Pipe Sarmiento, a bordo de su velero junto al buque de Odyssey Marine en 2007.

ARCHIVO GN. La emisión de la serie La Fortuna, dirigida por Alejandro Amenábar, ha vuelto a poner de actualidad el saqueo del tesoro de La Mercedes por parte de la empresa americana Odyssey Marine. Recuperamos este artículo publicado en la edición impresa de junio de 2007, donde GN, con la ayuda del periodista y abogado Pipe Sarmiento, autor del libro Expediente Odyssey, reveló que el robo se había producido en aguas españolas ante la pasividad del Gobierno. 


Por JOSÉ LUIS MIRÓ / Octubre de 2007

Ni el barco hundido es británico ni sus tesoros fueron recuperados en el Atlántico. Conclusión: la empresa cazatesoros americana Odyssey Marine, contratada por el Ministerio de Defensa británico, ha expoliado 17 toneladas de monedas de uno o varios barcos seguramente españoles en aguas del Mediterráneo. El escándalo, adelantado  de forma premonitoria por Gaceta Náutica en su edición de mayo («España permite a un cazatesoros americano localizar 300 pecios en sus aguas territoriales»), estalló con toda su intensidad el día 18 del mes pasado, cuando trascendió que Odyssey había fletado un avión en Gibraltar para trasladar a Tampa (Florida) el que podría ser, según la propia versión de los expoliadores, «el mayor tesoro sumergido de la historia». Su valor: unos 500 millones de dólares.

La noticia saltó a todos los telediarios y diarios nacionales, y se puso por fin de manifiesto lo que este periódico publicaba hace apenas 30 días: que el Gobierno de nuestro país no ha hecho nada, al menos desde 2002, por evitar la sustracción de un patrimonio cuya propiedad y custodia le corresponden por Ley.

LA ARMADA LO CONFIRMÓ

Gaceta Náutica ha podido corroborar en fuentes militares que la Armada viene informando reiteradamente al Gobierno de los movimientos de Odyssey en aguas territoriales españolas. Las prospecciones y extracciones se han realizado ante la impotencia de la fuerza naval española, a la que no se ha permitido intervenir a pesar de que la  Ley de Auxilios, Remolques, Extracciones y Hallazgos de 1962 le otorga las competencias contra los cazadores de tesoros. Un oficial de marina se preguntaba indignado: «¿Qué ocurriría si una empresa extranjera se pusiera a desmontar a plena luz del día el portal de la Catedral de Palma para llevárselo a su país? Lo ocurrido con el Odyssey es perfectamente comparable».

Odyssey Marine ha pretendido enmascarar la ilegalidad de la extracción del tesoro argumentando que éste no fue hallado en el Mediterráneo, sino en el Atlántico, y que pertenece al Merchant Royal, un navío que naufragó en 1641 frente a las costas de Cornualles.

Información aparecida en la Gaceta Náutica de junio de 2007 firmada por José Luis Miró. 

UNA MENTIRA MUY BURDA

Se trata de una mentira muy burda y fácilmente desmontable por varias razones. La primera, y más importante, es que los dos barcos de prospección de esta empresa, el Odyssey Explorer y el Ocean Alert, no han abandonado el Mediterráneo desde el pasado mes de febrero, como así lo prueba el seguimiento realizado por el abogado maritimista y colaborador de Gaceta Náutica Pipe Sarmiento a través del infalible sistema de posicionamiento por satélite Aislive.

Los dos buques han estado siempre bajo control, por lo que se sabe que el tesoro sustraído se hallaba, casi con toda seguridad, a más de 500 metros de profundidad en la posición 36º2’N – 5º12’W, donde el Odyssey Explorer estuvo ‘trabajando’ los días 5, 8, 9, 11,13, 17, 18, 19 y 20 de marzo con la ayuda de carísimos equipos de posicionamiento dinámico y de extracción.

Por otro lado, no es posible que el tesoro pertenezca al Merchant Royal, ni tampoco al Sussex, porque la única moneda que se ha podido ver del cargamento trasladado a Florida es un real de a ocho de Carlos III, quien reinó en España entre 1759 y 1788, cien años después del hundimiento del primer navío británico y 65 después del segundo.

Una vez superada esta fase probatoria de la falsedad de Odyssey, queda, a más abundamiento, alguna que otra argumentación indiciaria: ¿qué sentido tiene trasladar desde Gibraltar un tesoro que se ha recuperado en las costas británicas?, ¿por qué Odyssey concentra todos sus medios en el Mediterráneo cuando se supone que el ‘mayor hallazgo submarino de la historia’ reposa en aguas del Atlántico?

LA PERMISIVIDAD DEL GOBIERNO

El asunto, como se ve,  es de una gravedad tremenda y deja abiertas muchas incógnitas. La mayor de todas ellas es sin duda la sospechosa permisividad del Gobierno español con unos expoliadores que vienen siendo denunciados desde 1998 y las permanentes ingerencias del Ministerio de Asuntos Exteriores.  Odyssey ha estado trabajando impune e impúdicamente en la supuesta búsqueda del Sussex gracias a unos permisos denominados «notas verbales» (sic) concedidos por el departamento del ministro Miguel Angel Moratinos, quien, con la Ley en la mano, carece de competencias en este tema. Qué ha llevado al jefe de la diplomacia española a meterse en este terreno y a hacerlo de una forma tan lesiva para los intereses de su propio país son dos cuestiones capitales para las que, de momento, no hay respuesta.

CONNIVENCIA DEL REINO UNIDO

Odyssey Marine ha perpetrado el  saqueo del pecio en clara connivencia con el Ministerio de Defensa del Reino Unido. Según un contrato al que ha tenido acceso Gaceta Náutica, los cazatesoros y la Armada británica acordaron en 2002 repartirse el oro del Sussex. El pasado 30 de marzo, apenas diez días después de la última campaña de extracción en el paralelo 36, cerca de la costa de Sotogrande, el Gobierno de Blair aparece como agente contratante del Ocean Alert, el barco que, supuestamente, trasladó las monedas hasta el puerto Gibraltar. Ni Odyssey ni Inglaterra han probado nunca que el barco hundido en las aguas españolas sea británico. Pero ello no les ha impedido llevarse el tesoro a plena luz del día. España dice ahora que luchará por recuperarlo, pero no será nada fácil. Lo fácil hubiese sido impedir el expolio.

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