De la vuelta al mundo al espacio: la historia de éxito de un ingeniero emprendedor

Álvaro Pipó Benito, ingeniero y propietario de la empresa Prosix Engineering, dio el campanazo al inventar un parche de resina capaz de reparar los cascos de las embarcaciones en situaciones extremas. Ahora recibe encargos de la Agencia Espacial Europea.

El ingeniero Álvaro Pipó Benito

De Pipó a Pipó y sin que sirva de precedente, esta entrevista es con mi primo Álvaro (San Sebastián, 1981), quien nada más licenciarse en Ingeniería Industrial con doble grado en mecánica y materiales fundó en 2006 su propia empresa, Prosix, especializada en la fabricación de materiales compuestos.

Aunque la compañía empezó con el desarrollo de aplicaciones de ingeniería para barcos de Copa América y de Volvo Ocean Race, ahora se dedica, entre otras cosas, a la construcción de estructuras aeroespaciales en sus instalaciones de España y Francia. También diseña y produce instrumentos científicos y aplicaciones para la marina militar, como los radomos de antena de los submarinos. En 2011, Álvaro Pipó Benito dio el campanazo al inventar un parche de resina capaz de reparar el casco de las embarcaciones en situaciones extremas de competición de forma sencilla, rápida y eficaz. La aventura de su start up Composite Patch, con la que inició la creación de este producto, le ha llevado a comercializar en los cinco continentes no sólo para el mundo náutico sino también para la aviación y el sector eólico.

Pregunta. Tu pasión por la vela (competiste de joven en la clase Vaurien y sigues navegando en un J-80) te empujó a preparar tu proyecto de fin de carrera en el astillero valenciano King Marine y a trabajar en dos ediciones de la Copa América. ¿Qué recuerdas de aquella época?
Respuesta. Fue una gran experiencia. En 2007 estuve en el Desafío Español y en 2012-13 trabajé para Artemis. En esta edición se empezó a aplicar la tecnología que ha permitido que los grandes barcos de vela puedan ‘volar’. Ya existían otros más pequeños que lo hacían, pero la implementación del vuelo en grandes esloras  y a un rendimiento muy elevado empezó con los catamaranes AC72.

P.  ¿Hacia dónde se ha dirigido la innovación?
R. La evolución tecnológica se ha encaminado hacia la normalización del vuelo: optimizar la velocidad, trasluchar sin caerse... Se empezó con catamaranes y en la pasada Copa América los barcos con foils ya eran monocascos.  Ahora es una cuestión de software y de control. Una de las piezas fundamentales es la hidráulica y, por tanto, la energía a bordo de estos barcos constituye uno de los mayores retos. 

P. ¿Qué papel juegan los  materiales compuestos en este desarrollo tecnológico?
R. Fundamental. Siempre se quiere un barco más ligero y a la vez más robusto. Es interesante, sobre todo,  la construcción de los foils, porque soportan mucha flexión al descansar todo el peso del barco en estas alas. Los esfuerzos dinámicos que padecen los materiales compuestos de estas piezas son brutales. Diseñar y construir los foils es un desafío de ingeniería muy atractivo.

P. También estuviste trabajando para el equipo de Telefónica en la VOR en los años 2011 y 2012, cuando creaste Composite Patch. ¿Cómo surgió la idea?
R. Esos años los viví con ilusión pero con una gran  responsabilidad, ya que en el barco regateaban dos amigos míos: Iker Martínez y Xabi Fernández. Yo no quería que les pasase nada y que si algo sucedía en las condiciones extremas en las que competían, pudiesen salvarse. Eso es lo que me movió a crear Composite Patch: una resina específica que repara de forma inmediata cualquier rotura estructural del barco en ambientes fríos y húmedos. En los barcos de vuelta al mundo, cuando ya estás muy cansado por los días de guardia y los incontables cambios de velas, el cerebro no funciona bien y uno empieza a cometer muchos fallos. Por eso el producto tenía que ser de uso fácil y eficaz. Lo que cambia es la rapidez del curado del parche y que la resina conserva el 100% de sus propiedades mecánicas en condiciones extremas de humedad y frío. La clave de esta tirita tecnológica es que hace que las reparaciones puedan llevarse a cabo en situaciones críticas, tanto encima como debajo del agua, tanto con calor como con frío, y además de una forma muy sencilla. Simplemente se deben retirar unos plásticos y aplicarlo después sobre la estructura dañada. No hace falta tener ningún conocimiento específico sobre composites: es tan simple que no se puede fallar.

P. Después de eso, Composite Patch ha ido mucho más allá del mundo náutico.
R. Sí, también conseguimos que los parches se aplicaran en reparaciones de aviones militares y  en el sector petroquímico para el arreglo de tuberías. Actualmente, casi el 80 por ciento del volumen de producción de esta empresa se destina a recomponer palas eólicas. Funcionan muy bien en los campos eólicos marinos, donde se dan las condiciones de sal y frío para las que fueron creados. Mandamos parches a todo el mundo.

P. Regresemos a la náutica. ¿Hacia dónde se dirigen los barcos de competición?
R. Pienso que en unos años quizás nos aburriremos de las alas voladoras y volveremos a la navegación clásica. En la vida las cosas se mueven como un péndulo. Ahora todos los barcos tienen que volar. Algunas clases quedarán, pero seguramente acabaremos en el otro extremo: alejándonos de tanta velocidad y aceleración.

P. Hoy en día se habla de electrificar la náutica aunque parece que quedan muchas cuestiones por solventar. ¿Podría ser una realidad en cinco años?
R. ¡Ojalá! Me encantaría que así fuese, pero desgraciadamente creo que es un problema que a los humanos nos está costando demasiado resolver. Hay muchos equipos internacionales punteros intentando encontrar mejores sistemas de almacenamiento. La alternativa del hidrógeno es muy costosa energéticamente.

P. ¿Qué consideras que les falta a los jóvenes para que emprendan sus propios proyectos?
R. Afán de superación y pasión, porque realmente la formación y capacitación ya la tienen. Ahora se vive en una especie de burbuja del bienestar por cómo nos han educado nuestros padres y por  el momento histórico que nos ha tocado vivir. Espero que, al menos, lo consigan cuando sean mayores.

P. ¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
R. Prosix ha sido elegida por la Agencia Espacial Europea para fabricar el brazo desplegable de un satélite del proyecto para medir el campo magnético de la Tierra. Y quiero, en breve, poder desarrollar aplicaciones de ingeniería en el campo de la medicina.

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