
El proyecto Sea Guard Barriers es obra de Taller de Projectes i Enginyeria.
Carlos Samblás, presidente de la Fundación Almas Marinas, se preguntó un día cómo es posible que, conociéndose dónde se encuentran situados los principales puntos de vertido, las toneladas de plásticos generadas por la actividad humana sigan llegando masivamente al mar y causando graves problemas medioambientales.
«Sabemos que una gran parte de estos plásticos confluyen en las desembocaduras de los torrentes. ¿Por qué no cortar el problema de raíz?». Samblás le planteó esta sencilla cuestión al ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Juan José Lemm, que empezó a darle vueltas al asunto.
La solución que se le ocurrió partía de una premisa muy sencilla: había que frenar la llegada de los plásticos al mar mediante una rejilla y dar respuesta a toda una serie de cuestiones técnicas. En primer lugar, era primordial evitar que la acumulación de residuos colapsara la desembocadura en caso de torrentada o aumento del caudal; otro aspecto básico de la solución pasaba por mantener la flotabilidad idónea de la red destinada a retener los vertidos inorgánicos; por último, el sistema debía permitir una retirada rápida y efectiva del material atrapado y ser lo suficientemente robusto como para soportar las condiciones salinas de los puertos.
El resultado fue el diseño del sistema Sea Guard Barriers, patentado por Samblás y Lemm, y galardonado con un accésit en la última edición de los Premios Timón de Gaceta Náutica y la Autoridad Portuaria de Baleares, en la categoría de Innovación.
Como se aprecia en la infografía adjunta, el Sea Guard Barriers consiste en la instalación de una red, cuyo calibre dependerá del grosor de los plásticos que se quieran recoger, anillada a dos pilotes de acero que incorporan un flotador de compensación. Las anillas se deslizan de la misma manera que lo hacen algunos pantalanes flotantes. Se trata, por tanto, de una tecnología cuya eficacia está plenamente comprobada. La mitad de la rejilla, de algo más de un metro de altura, permanece sumergida, impiendo que se escapen los plásticos y dejando, a su vez, que fluya el agua del torrente.
Lemm explica que esta primera versión de Sea Guard Barriers está pensada específicamente para el torrente de Na Barbarà, en el Portitxol, uno de los más contaminantes de Mallorca, pero que sirve para cualquier desembocadura e incluso para emisarios submarinos situados cerca de la superficie.
«Los beneficios de la instalación de este sistema serían inmediatos y nos aportarían datos muy valiosos sobre la contaminación por plásticos, ya que una vez que éstos llegan al mar son muy difíciles de recoger», sostiene Samblás.
Lemm señala que la idea ha tenido una gran acogida entre organismos científicos y medioambientales, conscientes de que es más efectivo poner freno los vertidos en los torrentes antes que tener que recogerlos en el mar.