El Marítimo del Molinar denuncia una campaña de «acoso y derribo»

El Ayuntamiento pretende ahora proteger su vieja sede, cuya cubierta es de uralita, para frenar el proyecto de ampliación

Lo que en principio podría considerarse como una legítima oposición política al proyecto de ampliación del Club Marítimo Molinar se ha transformado en una «auténtica campaña de acoso institucional» a la entidad náutica más antigua de Baleares, próxima a cumplir 100 años de vida, según denuncia su junta directiva.

El Ayuntamiento de Palma ha dejado bien claro que no quiere que el Marítimo saque adelante su plan de renovación, que incluye la construcción de un nuevo dique para mejorar la seguridad del puerto, y ha llegado a solicitar formalmente al Ministerio de Fomento que paralice su tramitación.

Antoni Noguera, teniente de alcalde y hombre fuerte del consistorio, no oculta que el gobierno municipal se opone «totalmente» a la ampliación del Marítimo y admite coincidir con los planteamientos de la plataforma ciudadana Al Molinar, Port Petit, de la que forman parte algunos vecinos residentes en la primera línea de costa del antaño barrio marinero de Palma, hoy transformado en una zona residencial de lujo donde el metro cuadrado se cotiza a precios similares a los de la urbanización de Son Vida.

El Ayuntamiento, que carece de competencias en el puerto, pero que ha encontrado en el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares (APB), Juan Gual, a un aliado político dispuesto a no causar la menor disensión en la coalición que gobierna Baleares (PSOE y Més con el apoyo parlamentario de Podemos), afirma que la mejora del barrio del Molinar pasa por «rechazar la especulación» y llegar a un acuerdo de consenso con la «sociedad civil» bajo la premisa de «crecimiento cero». Es decir, con la plataforma Port Petit, devenida en el único interlocutor cuya opinión es tenida en cuenta por el consistorio, «frente a la de otros colectivos del barrio que están a favor del proyecto portuario y que han sido ignorados por las autoridades y silenciados por la mayoría de medios de comunicación», según afirma Rafael Vallespir, presidente del Club Marítimo.

Comoquiera que la tramitación del proyecto se ajusta a la Ley de Puertos del Estado y el Ministerio de Fomento, todavía bajo control del Partido Popular, no está dispuesto a paralizarlo sin más, a la espera del resultado de los preceptivos informes medioambientales, el Ayuntamiento de Palma ha optado por tomar la iniciativa y poner en marcha lo que en el entorno del club se considera una campaña de «acoso y derribo», destinada a minar su resistencia. «Se aprovecha de que somos gente humilde y sin recursos para asumir el coste que conlleva hacer frente a la maquinaria burocrática institucional», se lamenta Vallespir.

COMPETENCIAS

Cort no puede evitar por sí mismo que el Club Marítimo Molinar sea ampliado, pero sí puede «llenar el camino de piedras». Puede, por ejemplo, con el soporte de la plataforma Port Petit y de la Asociación para la Rehabilitación de los Centros Antiguos (ARCA), promover la protección de su edificio social, aunque éste carezca a simple vista de cualquier valor arquitectónico y sus cubiertas sean de un material tan poco noble (y a la vez tan contaminante) como la uralita. Puede, también, bajo el pretexto de garantizar la seguridad, obligar al club a realizar obras de mantenimiento para las que carece de medios económicos y que no tienen sentido cuando apenas falta un año para que expire una concesión a la que le es imposible aspirar legalmente si no amplía sus instalaciones. Puede el Ayuntamiento, en definitiva, presionar al club para que, «arruinado y socialmente aislado», tire la toalla y renuncie a su proyecto y a su supervivencia.

La prueba tal vez más elocuente de la situación que denuncia el Marítimo del Molinar está en la rocambolesca polémica que ha suscitado la orden municipal de retirar la cubierta de la torre del club.

En un primer escrito, el Ayuntamiento requirió a la entidad para que, en vista del estado ruinoso del edificio (cosa por otro lado cierta), procediera al apuntalamiento del local de la planta baja y a la «retirada de los tirantes, en mal estado, y de la cubierta de la parte de la torre». Este documento lleva fecha de 28 de diciembre de 2015 y lo firma la jefa del departamento municipal de disciplina y seguridad de los edificios.

Menos de dos meses después, el 19 de febrero de 2016, el teniente de alcalde Antoni Noguera compareció en rueda de prensa para anunciar que el consistorio tenía previsto proponer «la protección del edificio del Club Marítimo». La petición de catalogación partió, al parecer, de ARCA y contó con el inmediato soporte de la plataforma Port Petit. Estas dos asociaciones reconocen que el aspecto del edificio es «sencillo pero emblemático» y añaden que, a su juicio, confiere «personalidad» al barrio, además de ser «una de las postales del Molinar».

CONTRADICCIÓN

Evidentemente, esta protección patrimonial no casaba con la orden de retirada de la cubierta de la torre. Así es como el día 23 de febrero, cuando sólo habían transcurrido cuatro días desde el anuncio de la catalogación del edificio, el Ayuntamiento de Palma rectificó su escrito del 28 de diciembre y en un nuevo requerimiento modificó la redacción del «punto 2», suprimiendo la conjunción «y», y limitando por tanto la orden de retirada a los tirantes de la torre.

Cort lo justificó diciendo que se trataba de un simple error de transcripción. Sin embargo, la cuestión no ha quedado resuelta. El Marítimo del Molinar ha declinado cualquier responsabilidad en la eliminación de los tirantes metálicos, pues ello supondría «el colapso de la cubierta», según se lo ha hecho saber por escrito tanto a la Autoridad Portuaria como al Ayuntamiento de Palma.

El club no niega el mal estado del edificio, pero afirma no poder asumir las consecuencias de llevar a cabo la orden municipal. El arquitecto Fernando Purroy, especialista en estructuras, da sustento a la posición del club en relación a que el Ayuntamiento de Palma «se está saltando criterios técnicos». No se pueden quitar los tirantes y pretender que la torre siga en pie.

SIETE COSAS QUE NO LE HAN DICHO SOBRE MOLINAR

Desde que anunció su proyecto de ampliación, el Club Marítimo del Molinar de Levante, el más pequeño de Baleares y que a pesar de ello cuenta con uno de los ratios de deportistas más altos de la vela regional, ha sido objeto de una campaña plagada de medias verdades. Estas son algunas de las cosas que no dicen sus detractores.

¿Por qué el Club Marítimo quiere ampliar el puerto?

Porque no ofrece seguridad a sus amarristas. Desde la construcción del Dique del Oeste, que cambió las corrientes de la Bahía, el puerto se llena de sedimentos que lo hacen casi impracticable. Además, su actual espigón no lo protege de los frecuentes temporales del Sur que se producen en otoño. En la bocana del puerto hay momentos en que el calado es de menos de medio metro.

¿Qué solución dan los técnicos a la falta de calado?

El Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se ha pronunciado con rotundidad. Hay dos opciones: construir un dique nuevo que permita una bocana con más calado o renunciar al puerto y volver a la configuración original de la costa.

¿Es exagerado el tamaño del proyecto presentado?

Depende de lo que cada uno quiera ver. El amarre más grande previsto es de 15 metros (equivalente al actual título de Patrón de Embarcación de Recreo) y la capacidad será inferior a la de otros puertos considerados pequeños, como Cala Gamba o el Portitxol.

¿Es cierto que todo el barrio está contra la ampliación?

No. Rotundamente. Las asociaciones Es Born de Es Molinar y de la Tercera edad , que suman más de 1.300 socios, se han declarado a favor de la ampliación, pero lo cierto es que han tenido poco predicamento en los medios frente a la publicidad que sí ha recibido la plataforma Port Petit, apoyada por ARCA.

¿Es el Molinar un barrio de pescadores?

Puede que lo fuera (más bien fue en realidad un barrio obrero), pero lo cierto es que hace muchos años que dejó de serlo para convertirse en una zona residencial de lujo. La inmensa mayoría de las casas de la primera línea han sido reformadas y en muchas de esas obras no se han respetado elementos originales, como las persianas mallorquinas. La mayoría de vecinos-promotores han aprovechado para crecer en altura mediante áticos retranqueados.

¿Son especuladores los promotores de la reforma?

Cada uno podrá opinar lo que considere al respecto, pero lo cierto es que ni la eslora máxima actual del club (6,5 metros) ni el el perfil de sus socios (armadores de pequeños botes, muchos de ellos jubilados, y deportistas de vela ligera) coincide con la definicición clásica de especulador.

¿Qué pasará si el club no lleva a cabo la ampliación?

Todo apunta a que si no realiza la inversión que le exige la Ley de Puertos del Estado, no podrá renovar su concesión y desaparecerá. Con ello se perderá la entidad náutica más antigua de Baleares y un bien patrimonial inmaterial de primer orden.

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