María José Guerrero es la delegada de la Agencia Estatal de Meteorología en Baleares. Foto: Laura G. Guerra
María José Guerrero (Almería, 1961) dirige desde hace 10 años la Delegación de la Agencia Estatal de Meteorología de Baleares aunque lleva en la casa desde 1985. Es una de las dos únicas mujeres que ejerce como delegada en los 17 centros existentes en España. Su acceso a la profesión fue de manera vocacional a través de la especialidad universitaria de Física Fundamental, porque la carrera de Meteorología, como tal, no existe.
Pregunta.– ¿Qué ha evolucionado en el campo de la Meteorología desde que usted entró a trabajar en la AEMET?
Respuesta.– La ciencia de meteorología está en continuo avance de investigación. De cuando yo empecé al momento presente es como si habláramos de la noche y el día. En mis inicios se calculaban las ecuaciones para calcular el tiempo en puntos separados de 40 kilómetros y ahora estamos en 2,5 kilómetros. Los mapas nos llegaban por facsímil. Ahora podemos visualizar mapas cada hora, no después 12 o 24 horas como antes. Y con la máxima resolución. La tecnología se aliado con la ciencia. Sin embargo, por mucha tecnología que haya, el factor humano es clave para realizar predicciones meteorológicas.
P.– ¿Sería un paso adelante unificar la previsión meteorológica y la hidrológica para aumentar la fiabilidad de los partes a largo plazo?
R.– Sin dudarlo. La fiabilidad de las previsiones meteorológicas avanza, a medida que mejoran los modelos numéricos, es decir, las ecuaciones que simulan el estado de la atmósfera. Nosotros trabajamos con más de 70 modelos de ecuaciones cada 3 horas. Hay que integrar y presentar la información de forma amigable para que luego el meteorólogo esboce su previsión en términos de probabilidades. La formación de los meteorólogos ha de ser continua. Ellos deben conocer qué modelo se adapta mejor a cada situación. En nuestra profesión se dice que la atmósfera es un caos. Es imposible modelizar todo lo que influye en el tiempo y en el clima.
P.– Estamos viendo que los cambios de estaciones cada vez son más bruscos ¿Es una tendencia que irá a más?
R.– Las proyecciones climáticas de las que disponemos nos anuncian ascensos de temperatura media de 2 a 5 grados hasta el 2100. Se prevé que las olas de calor alcancen hasta 21 días. Todo esto está publicado en nuestra web. Hace años se veía como algo lejano, pero no podemos dejar para muy tarde tomar medidas para intentar mitigar algo la emergencia climática.
P.– Los expertos han dibujado un panorama a medio plazo desolador: subida del nivel del mar, aumento de la temperatura, disminución de las lluvias y fenómenos meteorológicos extremos en Baleares. ¿Todo son efectos del cambio climático?
R.– Sí, todos son efectos del cambio climático. Siempre ha habido una variabilidad natural del clima, pero en los últimos años se ha ido acentuando debido a la incidencia de los gases de efecto invernadero, provocados por el hombre. Los primeros estudios e investigaciones para conocer los efectos y la influencia del dióxido de carbono en la atmósfera, encargados por la Organización Meteorológica Mundial de Naciones Unidas, datan de 1951. El Primer Informe de Evaluación concluyó en 1990 que el incremento de la temperatura global se debe a diversas actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la deforestación.
P.– ¿Y que han observado desde Baleares?
R.– Cada año las temperaturas medias oscilan, unos años suben y otros bajan, pero hay una tendencia clarísima al ascenso debido al cambio climático. Disponemos de datos en Baleares desde principios del siglo XIX, no obstante establecemos desde 1975, como fecha de referencia hasta la actualidad, por contar con series largas sin lagunas o interrupciones. Hemos observado incremento de temperatura es de 0,3 grados cada 10 años, que es mucho. En cambio en las precipitaciones, se observa una ligera disminución pero no tan acusada como en temperaturas. Al margen de los porcentajes, resulta evidente que, aunque ahora dejásemos de emitir gases de efecto invernadero, no se podría detener el cambio climático. La atmósfera lleva una inercia por la que la temperatura sube o como mucho se estabiliza, pero nunca llegará a disminuir. Todo lo que vayamos acumulando, ahí está.
P.– ¿Cree que Baleares está en una posición de vulnerabilidad extrema frente a las consecuencias del cambio climático por el hecho de estar en la región Mediterránea?
R.– Totalmente. El Mediterráneo es un mar cerrado, con poco intercambio calorífico, por lo que se va retroalimentando. Se estima que se calienta un 20 % ciento más rápido que el resto del planeta. En el océano, el calor se distribuye y amortigua mucho más.
P.– Además de las predicciones meteorológicas, ¿Qué otras actividades desempeñan en la delegación de Baleares?
R.– Realizamos observaciones climatológicas, sinópticas, aeronáuticas y ferológicas (radiación) También llevamos a cabo predicciones y avisos de fenómenos adversos en tierra en el archipiélago balear. Como centro regional marítimo del Mediterráneo Occidental, predecimos el tiempo para zona de altamar (Cerdeña y Córcega hasta el estrecho de Gibraltar) y las zonas costeras de las comunidades de Cataluña, Baleares, Valencia, Murcia , Andalucía oriental y Melilla. Otra de las tareas es dar apoyo a la dirección de emergencias con boletines de avisos sobre riesgo de incendios forestales. Dos meteorólogos del equipo se dedican a la investigación. Los ciclones en el Mediterráneo o cómo mejorar los modelos numéricos de predicción son temas en los que están trabajando ahora.
P.– ¿Con qué recursos y personal cuentan?
R.– En total somos 46 personas, 20 están en los aeropuertos de Menorca, Palma e Eivissa en turnos en 24 horas, salvo en las oficinas, que son jornadas rotacionales de 20 horas. También contamos con 155 colaboradores que nos ayudan con los pluviómetros que tienen instalados, facilitándonos datos y dándonos una mayor cobertura, porque no siempre la lluvia cae en alguna de las 44 estaciones automáticas. Esta colaboración de la sociedad nos da un feedback real de lo que está ocurriendo. En cuanto equipamiento, tenemos un radar de Cabo Blanco que utilizamos para saber dónde llueve y con qué intensidad, la autosonda de Son Bonet, además de lo que disponemos en el observatorio climatológico y en los aeropuertos.
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