Sargo capturado por Diego Alcalde en Portinatx.
Dos hechos incontrovertibles: primero, los océanos del mundo están contaminados por plásticos; segundo, los peces comen los plásticos que los humanos arrojamos al mar. La consecuencia es que los humanos también comemos plásticos al consumir el pescado.
La situación es bien conocida, aunque cada día se sabe más sobre el comportamiento de los peces en relación a este problema planetario. Por ejemplo, que la ingesta de microplásticos por prácticamente todas las especies marinas no es accidental (como se pensaba hasta hace poco), sino que su origen está en una confusión. Un estudio publicado por la revista Royal Society Publishing sostiene la teoría de que los peces, en realidad, se ven atraídos por el olor que desprende el plástico colonizado por algas y bacterias, y que lo tragan voluntaria e incesantemente.
Este fenómeno quizás sirva para explicar un curioso caso detectado hace unas semanas en Ibiza por un pescador submarino: el de un sargo que se tragó los restos de una red de pesca abandonada en el lecho marino, lo que se conoce en el argot de los pescadores como “red fantasma”. No se trata de un microplástico, ni mucho menos, sino de un plástico de dimensiones considerables. “A saber con qué confundió la red”, se pregunta Diego Alcalde, un aficionado a la pescasub con “muchas horas bajo el agua” y que se reconoce sorprendido por el hallazgo.
“Lo pesqué en una cueva de Portinatx, en el norte de Ibiza, a unos 10 metros de profundidad. Tenía un comportamiento bastante aletargado y me fijé en que llevaba colgando unos filamentos. Decidí pescarlo para acabar con su sufrimiento y, de paso, saber qué le pasaba. En cuanto me acerqué me di cuenta de que los filamentos eran en realidad los restos de una red. La tenía en el estómago y le salía por la cloaca”, explica Diego Alcalde, autor de las fotografías que ilustran este texto.
Detalle de la red tragada por el sargo.
Ya fuera del agua comprobó que el pez no había podido expulsar la red porque se le había quedado enganchada en los dientes. “Esto da idea de cómo están los fondos marinos por culpa de las redes fantasma, donde se quedan atrapados muchos peces. El daño que hacen cuando se quedan varadas es enorme. El caso del sargo es bastante raro, nunca lo había visto en mi vida, yo supongo que es porque algo enganchado en la red lo atrajo e intentó comerlo, o porque ésta se había enrollado en un erizo, quién sabe… La cuestión es que la fauna marina se está viendo afectada por las artes de pesca abandonadas en el fondo”, denuncia el pescador submarino.
Alcalde aboga por establecer protocolos de actuación en el caso de que se produzcan roturas de las redes de pesca, para que se dé aviso inmediato de la posición y puedan ser recuperadas cuanto antes por buzos profesionales. En caso contrario, se corre el riesgo de que sigan pescando “eternamente” (o sirviendo de falso cebo), sin ningún provecho comercial.
Los restos de la red estaban en el estómago del pez.
“Los pescadores submarinos podemos ayudar en la localización de muchas de estas trampas; pasamos muchas horas bajo el agua y conocemos muy bien los fondos marinos de Baleares”, añade Diego, que actualmente ejerce la presidencia del club de pesca Sa Escollera, en Santa Eulalia (Ibiza), desde el que defiende la práctica de la pesca submarina como “la más selectiva y respetuosa con el medio ambiente”.
La red quedó atrapada en la dentatura del sargo.