El Tango, de 77 metros, amarrado en el puerto de Palma.
La invasión rusa de Ucrania podría tener consecuencias económicas millonarias para el círculo de oligarcas que han amasado sus colosales fortunas a la sombra de Vladimir Putin. Informaciones publicadas por El Mundo y The Guardian sugieren que la Unión Europea tendría en su punto de mira los yates propiedad de estos magnates que se encuentran atracados en puertos españoles y cuyo valor se estima en varios cientos de millones de euros.
Apenas unas horas antes del inicio de la operación militar rusa, la guardia costera noruega realizó una operación de control a bordo del yate maltés Ragnar, propiedad de Vladimir Strzhalkovsky, amigo personal y ex compañero de Putin en la KGB soviética. Las autoridades del país escandinavo restaron importancia a la intervención llevada a cabo en el puerto de Narvik, calificándola de “rutinaria”; sin embargo, un ex jefe de la inteligencia noruega admitió que la operación, en la que participaron militares, no podía desligarse de la entonces inminente guerra en Ucrania.
Mientras la invasión se recrudece, con el avance del ejército ruso hacia las principales ciudades ucranianas, las posibilidades de que la UE acuerde la inmovilización de los bienes de los oligarcas rusos va en aumento, según fuentes de Bruselas citadas por El Mundo. Una de las naves que podrían verse afectadas por esta medida, de producirse, se halla amarrada en el muelle de Astilleros de Mallorca, la principal empresa de mantenimiento y reparación de grandes de buques de recreo del puerto de Palma. Se trata del Tango, un imponente megayate de 77 metros de eslora propiedad de Viktor Vekselberg, cuyo patrimonio se estima en 8.900 millones de dólares.
El Tango, de 2011, se caracteriza por su proa lanzada.
ACTIVIDADES MALICIOSAS
Vekselberg, de 64 años, es dueño de un conglomerado de empresas de los sectores del metal, las telecomunicaciones, la tecnología y la energía, y ya sabe lo que es ser objeto de durísimas sanciones internacionales desde que Estados Unidos decidiera incautarle bienes por valor de 1.500 millones de dólares por “actividades maliciosas” en la anexión rusa de la península de Crimea y por injerir en las elecciones presidenciales americanas de 2016. Es decir, por colaborar con su amigo Vladimir Putin en las maniobras desestabilizadoras de los gobiernos occidentales que han desembocado esta semana en la invasión de Ucrania.
El Tango fue construido en 2011 en Holanda por el astillero Feadship sobre un diseño de Eidsgaard. Tiene capacidad para acoger 14 huéspedes en siete camarotes y 22 tripulantes. Enarbola, como la inmensa mayoría de las embarcaciones de esta clase, bandera de conveniencia de la Isla de Cook. En 2012, un año después de su botadura, fue galardonado con el World Super Yatch Awards, la máxima distinción de la arquitectura naval.
El interior del Tango es un misterio. Se sabe que es obra del diseñador Harrison Eidsgaard, pero no se ha publicado nunca una fotografía de sus camarotes, ni siquiera de su puente de mando. Su imponente silueta hubiera pasado relativamente desapercibida en el puerto de Palma, donde no es en absoluto extraño encontrarse a diario con yates de gran eslora, de no ser por la estrecha relación de su dueño con el presidente ruso y la posibilidad de que el megayate sea precintado si la UE acuerda inmovilizar el patrimonio de las grandes fortunas sospechosas de haber colaborado con el Kremlin.
Los vehículos se ven diminutos junto al Tango, amarrado en Astilleros de Mallorca.