Los dos bañistas, en el círculo, en una imagen tomada desde el acantilado de Portocolom.
A las ocho de la tarde, a 500 metros de una costa acantilada, en una zona de paso de embarcaciones, sin boya ni ningún otro elemento de señalización. Una pareja de alemanes, hombre y mujer, de unos 50 años, no han tenido esta tarde mejor idea que adentrarse en mar abierto para darse un baño. Un vecino de Portocolom los ha observado desde su vivienda creyendo que estaban en peligro y ha llamado al Club Nàutic de Portocolom, del que es socio, para dar la alerta. El presidente de esta entidad, Climent Garau, no se lo ha pensado dos veces y ha salido a buscar a los bañistas en apuros en una lancha neumática.
“He cogido unas aletas y una máscara de buceo por si me hacían falta y me he dirigido a todo lo que daba el motor a la zona que nos habían indicado, pero no conseguíamos localizarlos. También los estaba buscando una embarcación de Ports IB. Gracias a las indicaciones que nos iba dando por teléfono un vecino desde lo alto del acantilado, por fin los hemos encontrado”, ha explicado Garau recién regresado del rescate.
La sorpresa ha llegado cuando el presidente del club, que es policía local de profesión, ha instado a la pareja de nadadores a subir a la lancha para regresar a tierra. “Me han dicho que habían salido de la playa del Arenal, en el interior del puerto natural, y que no nos preocupáramos, que regresaban por su cuenta. No me lo podía creer. Les he advertido que o subían a bordo o llamaba a Salvamento Marítimo. Sólo así he conseguido convencerles”, ha relatado Climent Garau, quien ha querido agradecer el aviso y la colaboración de la familia Valens.
Garau no tiene duda de que los bañistas, aunque hayan pretendido quitarle importancia al suceso, corrían un serio peligro: “Estaban muy lejos de la costa, en un lugar por donde pasan embarcaciones y faltaba poco para que empezará a anochecer. Cuando los hemos encontrado eran las 20.15 horas. La persona que nos ha avisado es un navegante experimentado y era consciente de la situación. Desde una embarcación es imposible ver esas dos cabezas en el agua. Gracias a Dios hoy podemos contar esta historia con final feliz, pero no siempre es así”.