El Consejo de Administración de Ports IB aprobó ayer la reapertura del muelle comercial del puerto de Sant Antoni de Portmany al tráfico de regular de pasajeros pero estableció una limitación de 65 metros de eslora para las embarcaciones.
Con esta decisión queda, a partir de ahora, sin efecto la moratoria en el puerto de Sant Antoni, pero únicamente se reabre el tráfico para barcos ro-pax de línea regular para el transporte de pasajeros y sus vehículos (transporte de los vehículos en régimen de pasaje), con limitación de eslora máxima de 65 metros. El puerto, por motivos de seguridad, emergencia o bastante mayor, daría cabida también a barcos otras dimensiones.
Por lo que respecta al tráfico de mercancías, este queda eliminado. De hecho, desde 2014 la actividad de transporte en el puerto era prácticamente inexistente. Esta decisión supondrá la eliminación de los vehículos pesados y las plataformas de gran longitud.
La limitación de los buques a 65 metros de eslora aprobada por Ports IB supone que, en la práctica, será casi imposible el retorno de los ferrys al puerto de Sant Antoni ya que prácticamente toda la flota de embarcaciones de las navieras es de mayor tamaño.
De esta forma, solo podrían operar en la localidad ibicenca pequeños ferrys rápidos como los que hacen del trayecto interislas entre Ibiza y Formentera. Con el añadido de la prohibición del tráfico de mercancías, será difícil que las empresas rentabilicen estos trayectos y decidan operar con estas condiciones.
El consejero de Movilidad y Vivienda, Josep Marí, explicó que la decisión se ha tomado después de un proceso de diálogo con instituciones y entidades sociales del municipio, y que se han tenido en cuenta motivos de seguridad, socioeconómicos y de protección medioambiental para conjugar las distintas necesidades y sensibilidades.
«El puerto de Sant Antoni es estratégico y el más próximo a la península. La seguridad no aconseja el cierre. Y, a la vez, la necesidad de proteger la bahía y de encajar este tráfico en el modelo que quiere la sociedad nos lleva a modularlo y condicionarlo, y a reabrir el puerto pero con determinadas condiciones», afirmó el consejero.
La reapertura del tráfico comercial implica también condicionantes en velocidades y emisiones sonoras para reducir el oleaje de las embarcaciones y las molestias de los ruidos.