
El transporte marítimo necesitará inversiones que oscilarán entre 8.000 y 28.000 millones de dólares al año para cumplir el objetivo de cero emisiones netas del sector hasta 2050, según las previsiones publicadas por la sociedad de clasificación DNV en su informe anual Maritime Forecast to 2050. Este documento hace hincapié en la necesidad de colaboración entre sectores industriales para la consecución de los objetivos ambientales.
DNV considera fundamentales las infraestructuras integrales de producción, distribución y abastecimiento para permitir la transición del sector marítimo a combustibles neutros en emisiones de carbono. Estas cadenas de suministro en tierra necesitarían inversiones adicionales de entre 30.000 y 90.000 millones de dólares al año hasta 2050.
El informe de DNV presenta una perspectiva actualizada de la normativa, los motores, las tecnologías futuras y los costes de la descarbonización del transporte marítimo. Plantea dos opciones diferentes: las ambiciones actuales de la Organización Marítima Internacional hasta 2050 y la descarbonización total para 2050. Ambas alternativas tienen en cuenta diversos escenarios futuros de mezclas energéticas de combustibles fósiles y neutros en carbono, con la eliminación gradual de los primeros para 2050.
Según el director general de DNV Maritime, Knut Ørbeck-Nilssen, el año 2030 es el límite fijado para que el 5% de la energía del transporte marítimo proceda de combustibles neutros en carbono, lo que requiere importantes inversiones tanto en tecnologías a bordo como en infraestructuras en tierra. Esta transición ya ha comenzado: un 5,5% de los buques operativos y un 33% de la cartera de pedidos (en GT) pueden operar con combustibles alternativos, en su mayoría gas natural licuado (GNL).
Las incertidumbres en torno al precio y la disponibilidad de los combustibles neutros en carbono no permiten identificar todavía una opción que se imponga a las demás de una larga lista que incluye el amoníaco; el metanol; el gasóleo o metano producidos a partir de biomasa sostenible; la electricidad renovable o los combustibles fósiles con captura y almacenamiento de carbono.
DNV esboza en qué condiciones podría desarrollarse cada opción y crea un ‘Modelo de Trayectoria de GEI’ que estima los costes de inversión de la implantación de nuevas cadenas de suministro y tecnologías del combustible, así como de medidas de eficiencia energética a bordo de la flota mundial.