Resumen gráfico del trabajo del IEO con las dos especies analizadas. Gráfico: IEO
Los microplásticos ya han alcanzado las grandes profundidades y se ha detectado su presencia en el estómago de especies que habitan en estas aguas. Investigadores de los Centros Oceanográficos de Vigo, Málaga y Cádiz del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) han evaluado la incidencia de microplásticos en el contenido estomacal de dos especies de peces de aguas profundas: el talismán (Alepocephalus bairdii) y el granadero (Coryphaenoides rupestris), dos especies de interés comercial que se capturan habitualmente en el banco de Porcupine, situado en el Océano Atlántico, al oeste de Irlanda.
Tras analizar en laboratorio el contenido del estómago de los peces, capturados a una profundidad entre 985 y 1037 metros, se encontraron restos de plástico degradado en uno de cada cuatro peces. Además, se identificó en uno de los especímenes un filamento plástico completo, en concreto de tereftalato de polietileno, el conocido como PET.
En los últimos años la comunidad científica internacional ha dado la voz de alarma sobre la problemática ambiental relacionada con el aumento dramático de la entrada y persistencia de materiales plásticos en el medio marino. Para intentar comprender cómo afectan los plásticos a las distintas especies que pueblan nuestros mares, se ha estudiado la presencia de microplásticos en el ecosistema marino en una amplia variedad de animales, desde mamíferos y aves hasta invertebrados.
Los peces comerciales y de aguas poco profundas han sido objeto de numerosos trabajos sobre la ingestión de microplásticos, dada su importancia en las redes tróficas y en la dieta humana. Sin embargo, se sabe poco sobre la presencia de microplásticos en las especies de peces que habitan en el océano oscuro, en la zona batial, y existe un alto grado de incertidumbre sobre la distribución de microplásticos en áreas alejadas de costa y el mar profundo.
Este trabajo proporciona el primer estudio de referencia de elementos microplásticos en peces de tales profundidades en el Atlántico y “sugiere que estas especies podrían usarse como bioindicadores en futuras investigaciones”, señala Jesús Gago, coautor del trabajo y responsable del proyecto CleanAtlantic en el IEO.
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