26 años socorriendo a personas y barcos en dificultades en el mar: Miguel Félix Chicón. / Fotografía: Laura G. Guerra
Es solo una frase: “No hay en el mundo nada más gratificante que salvar una vida”. Sin embargo, esa frase revela palabra a palabra muchas cosas, no solo por su contenido, sino también por su autor. Cualquiera podría suscribirla sin que fuera un desvarío. Sin embargo, cuando la dice Miguel Félix Chicón, premio Timón 2022 de Gaceta Náutica a toda su trayectoria profesional y responsable durante 26 años del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Baleares, esas letras alcanzan una dimensión que ni nosotros ni casi nadie puede imaginar. El motivo es evidente. Chicón, junto con su gran equipo de emergencias marítimas, ha salvado muchas vidas durante sus casi tres décadas de trabajo.
Casi tres décadas en las que las vacaciones o los días libres han brillado por su ausencia. Casi tres décadas en las que, según reconoce él mismo, ha perdido más de una muela como consecuencia de la tensión y la preocupación que conlleva ser el responsable y tomar decisiones cuando hay vidas en juego.
Chicón nació en Tánger en 1960 y las travesías que hizo del Estrecho siendo un niño marcaron desde el principio lo que iba a ser su vida. El destino, acompañado de su empeño, le convirtieron en capitán de la marina mercante. Desde 1978 hasta 1994 navegó como oficial en buques petroleros, en frigoríficos, como alférez de fragata en la Armada española y ejerció el mando de buques de pasaje, de tipo ferry y embarcaciones de alta velocidad. Vamos, que sabe lo que es navegar al mando de cualquier tipo de embarcación.
Y esa experiencia previa es la que le ha permitido afrontar con garantías cada uno de los casos a los que se ha enfrentado. Muchas emergencias implicaban grandes barcos como el Sorrento, con 149 pasajeros a bordo que tuvieron que ser rescatados tras un incendio en el buque que cubría la ruta Palma-Valencia o el del Rolón Bahía de Alcúdia, un carguero que estuvo a punto de zozobrar por un corrimiento de la carga cerca de Ibiza en 1997, que supuso 60 horas seguidas de trabajo sin descanso para el responsable de Salvamento Marítimo en Baleares, según él mismo recuerda.
La prioridad de Salvamento Marítimo siempre es salvar vidas y por eso, cobra la misma importancia esos incidentes en grandes barcos que un aviso de hombre al agua en cualquier yate de recreo. Chicón reconoce que estos casos se pueden convertir en auténticas pesadillas por la dificultad de localizar una persona, apenas la cabeza que sobresale del agua, en la inmensidad del mar, sabiendo que el margen de supervivencia es corto. El responsable de Salvamento Marítimo recuerda como los peores momentos los de la decisión de suspender una búsqueda, cuando se tiene la seguridad de que el náufrago ya no está en superficie.
En el aspecto positivo rememora los rescates de Jacinto Rodríguez, de 84 años, tras aguantar cuatro horas en el mar después de caer al agua cuando se dirigía a Palma con su barco, el Duende, para participar en la Copa del Rey, o el del tripulante de un barco, el Beethoven 2, que permaneció 11 horas en el agua antes de ser localizado por el helicóptero, cuando ya prácticamente había rendido su vida.
Son pequeñas historias que pueblan la memoria de Miguel Félix Chicón, que en los últimos tiempos se ha convertido además en colaborador de Gaceta Náutica con unos artículos en los que demuestra y comparte con todos su pasión por la historia marítima. Son pequeñas historias que le dan todo el derecho del mundo a pronunciar la frase que abre esta información.