Los científicos Ana María Abril (Universitat de les Illes Balears) y Eric Clua (Universidad de Perpignan), ambos expertos en tiburones, han explicado las razones por las que consideran que el ejemplar visto el pasado 28 de junio en aguas de Cabrera no es un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), sino lo que comúnmente se conoce como un cailón o marrajo sardinero (Lamna nasus). Ambas especies, sostienen estos dos expertos, son muy parecidas y se pueden confundir fácilmente, lo que contradice la afirmación del documentalista de la expedición Alnitak de que es “como comparar un oso polar con una cebra”.
El documentalista calificó de “torpe, mal intencionada, inaceptable y denunciable” la tesis de Abril y Clua, publicada el pasado sábado en la edición digital de Gaceta Náutica. La respuesta de los aludidos pretende zanjar la polémica aportando argumentos científicos a partir de una imagen comparativa de un tiburón blanco y un marrajo sardinero, en la que se aprecian las similitudes evidentes y las diferencias entre ambas especies.
La doctora Abril, bióloga coautora del libro Tiburones en el Mar Balear (Editorial Moll) y miembro de la asociación Shark Med, asegura que hay dos criterios indiscutibles que vienen a corroborar la teoría de que el escualo es un Lamna nasus: “Tiene una mancha blanca en la parte posterior de la aleta dorsal y la distancia entre la alineación del principio de la aleta pectoral y la dorsal es pequeña”
“Además –añade- hay otros indicativos que apuntan a nuestra tesis con alta probabilidad, como el perfil rechoncho, la nariz muy afilada y el modo de nadar muy activo, más propio de un marrajo sardinero que de un gran blanco. Por último, hay otros dos criterios probables: la ausencia de una mancha negra en la inserción de aleta pectoral, a menudo presente en el tiburón blanco, y la presencia de una quilla secundaria en el pedúnculo caudal, de la que carece el Carcharodon carcharias”.
“El hecho de que se aviste un gran tiburón en las aguas mallorquinas no tiene que interferir con el rigor científico”, señala la doctora Abril. “Enseguida que tuvimos acceso a las imágenes nos dimos cuenta de que la identificación de la especie había sido hecha con prisas, sin las garantías que exige la ciencia. El hecho de haber avistado supuestamente un tiburón blanco, especie de las más emblemáticas, parecía muy atractivo, probablemente demasiado atractivo, y la información se proporcionó a la prensa a pesar de las dudas que transmitimos al equipo de Alnitak”.
La diferencia entre un tiburón blanco y un cailón o un mako (Isurus spp.), insisten Abril y Clua, es “muy difícil de apreciar”, a no ser que uno sea experto en la materia. Son de la misma familia de los tiburones “sardineros”, con la misma forma general, excepto algunos detalles. El ‘Mako’ es demasiado alargado para coincidir con el tiburón de Cabrera. El blanco puede alcanzar un tamaño de 6 metros, mientras el Cailón no sobrepasa los 3,7 metros. El documentalista de Alnitak aseguró que el animal medía 5 metros. “Hay que entender que ver un tiburón de casi 4 metros (sobre todo si es rechoncho como un cailón), ya impresiona a cualquier persona que no tenga la costumbre de observarlos, incluyendo a biólogos marinos”, recalca la doctora Abril.
El doctor Eric Clua opina que el tamaño ha sido sobreevaluado y que “numerosos detalles demuestran que el tiburón de Cabrera era un cailón, desde luego no un tiburón blanco”.
Ambos expertos lamentan el hecho de que “la postura a favor del rigor científico fuese analizada como un intento de freno a la importancia de la noticia general a favor de los tiburones del Mediterráneo occidental”.
Abril y Clua esperan poder colaborar con el personal de Alnitak, tal y como su investigador principal y fundador les ha comunicado, indicándoles que confía en su criterio.