Este verano se han repetido, como cada año por estas fechas, las noticias sobre accidentes relacionados con embarcaciones. Nunca nos ha tocado a nosotros y ojalá nunca nos llegue el momento pero las cifras registradas indican que año tras año, con la excepción de la paralización de la actividad por la pandemia en 2020, aumenta la frecuencia de percances relacionados con la navegación. No es factible todavía facilitar cifras de este año porque la siniestralidad en el mar se dispara al inicio de agosto y también en septiembre con la llegada de los temporales del final del verano.
No hace falta ni siquiera salir de puerto, como demuestra el catamarán de 50 pies Argonaut, prácticamente reducido a un amasijo de plástico tras sufrir un incendio el mes pasado en su amarre en el Real Club Náutico de Palma.
José Baeza, especialista en seguros náuticos del Grupo Baeza, repasa los que son a su juicio los principales desencadenantes de estos incidentes mientras navegamos con nuestro barco: «La falta de pericia y las inclemencias meteorológicas están detrás de buena parte de los accidentes». Impactos contra el fondo o averías ocasionadas por plásticos en hélices o turbinas son algunas de las incidencias más habituales.
El pronóstico, según Baeza, es que las primas de los seguros náuticos tenderán a subir en los próximos años porque se ha generado un gran desajuste entre lo que se paga por la póliza y el coste real de las reparaciones náuticas, que se ha disparado en la última década. «Nuestro cálculo es que se registrarán aumentos del 5% en las pólizas normales y del 10% en los clientes con siniestros», anuncia.
Este desajuste tiene su origen en la crisis económica de 2009. En aquellos años la flota se movía poco y no se vendían apenas barcos por lo que había muy poca siniestralidad. El mercado y la competencia entre aseguradoras desató una guerra de precios a la baja para conseguir clientes. El resultado es que las pólizas bajaron anualmente casi un 10 por ciento durante seis años seguidos, cerca de un 60 por ciento en total.
Sin embargo, cuando comenzó a recuperarse la economía, volvió a moverse la flota, aumentaron las ventas de barcos y como consecuencia, aumentó la siniestralidad. En cambio, la subida de precios de pólizas no ha compensado la bajada de los años de crisis. «Desde 2015 hasta la actualidad, las pólizas de seguros para embarcaciones han subido en total solo un 7 por ciento», detalla José Baeza.
Las primas no están adecuadas al coste real en la actualidad de las reparaciones pero la subida se contiene por la competencia entre aseguradoras. Sin embargo, los profesionales de las reparaciones náuticas cobran entre 60 y 70 euros por hora de trabajo. Estas cifras hacen que incluso pequeños arreglos tengan un alto coste.
Esta circunstancia hace que las compañías se hayan vuelto mucho más estrictas en la selección de riesgos. Por ejemplo, se mostrarán reticentes a incluir en su cartera de clientes embarcaciones de chárter de menos de 12 metros o incluso de mayores esloras si no llevan un patrón profesional.
Otra modalidad que está cada vez más en boga son los seguros náuticos con franquicia. José Baeza argumenta: «Es una manera de asegurarnos de que los tripulantes tendrán mucho cuidado con lo que hacen con la embarcación, pues si hay un siniestro tendrán que pagar una parte variable de los costes de reparación».
Mucho ojo con la letra pequeña
José Baeza explica que al contratar un seguro náutico mucha gente comete el error de fijarse solo en la prima anual que tendrán que pagar sin prestar atención a las coberturas que incluye. «Un seguro obligatorio cubre un capital asegurado de alrededor de 96.000 euros para los daños materiales y el seguro voluntario puede alcanzar una cobertura de 336.000 euros». El especialista en seguros náuticos también llama la atención sobre los seguros a todo riesgo pues siempre excluyen cierto tipo de reparaciones. «Hay que comprobar con mucha atención qué incluye y qué no incluye ese seguro ‘a todo riesgo», avisa.