La situación de extrema sequía que atraviesa Baleares ha obligado a poner varias de las desaladoras públicas a trabajar a su máximo rendimiento para garantizar el suministro de agua. El Govern se enfrenta a la inevitable paradoja de tener incrementar los vertidos de salmuera y al mismo tiempo impedir y sancionar, en caso de que se produzca, la contaminación medioambiental.
La distribución y supervivencia de los organismos marinos está estrechamente relacionada con la temperatura y la salinidad del agua de mar. Más del 90% de las especies marinas viven en aguas de una salinidad y temperatura determinadas, por lo que cualquier variación en una concreta zona de ambas condiciones de vida, o de una sola de ellas, va de inmediato asociada a la desaparición de la flora y la fauna.
Por esto es fácil de entender que las comunidades biológicas asentadas en el fondo costero (a poca o media profundidad) son especialmente sensibles a los vertidos de salmuera, causantes, según avalan numerosos estudios científicos, de gran mortandad en las poblaciones de peces y de la destrucción de las praderas de angiospermas, como la protegida posidonia oceánica.
OCHO DESALADORAS.
En Baleares existen en la actualidad ocho grandes desaladoras públicas dependientes de la Conselleria de Medio Ambiente. Todas ellas funcionan mediante la desalinización por ósmosis inversa. Tres en Mallorca: Bahía de Palma (1999), Alcúdia (2010) y Andratx (2010). Otras tres en Ibiza: Ibiza capital (1994), Sant Antoni (1996) y Santa Eulalia (2016). Una en Menorca: Ciutadella (2016). Y otra en Formentera: Es Ca Marí (1995). La capacidad nominal de producción de todas en conjunto es de 55.589.500 metros cúbicos al año. O lo que es igual, de 152.300 metros cúbicos por día.
Hay que tener presente que de la totalidad del agua extraída o captada por las desaladoras, el 55% se reenvía de nuevo al mar, o se tira a un torrente, para su dilución por chorro o a través de un emisario marino, en forma de salmuera: agua con una altísima concentración de 69 gramos por litro de sales minerales (cloruro sódico o sal común, cloruro de magnesio, sulfato cálcico, sulfato potásico, y otras) y que arrastra además diversos elementos químicos utilizados durante del proceso desalinizador y procedentes del mantenimiento de las tuberías de las propias desaladoras, como biocidas, anti espumantes y anti incrustantes, entre otras impurezas.
Dicho de otra forma, que la salmuera tiene una hipersalinidad casi dos veces superior a la del agua marina que es de 35 gramos por litro, que aporta también contaminantes químicos y que, además, debido a la canalización de expulsión de la salmuera, alcanza de 3 a 5 grados de temperatura más que la de la superficie marina. De aquí su peligrosidad para el ecosistema marino.
Por lo que respecta al modo y punto de localización de los vertidos de salmuera en Baleares, la relación es la siguiente: seis por emisario marino (puerto comercial de Alcúdia, Es Camp de Mar en Andratx, Sa Caleta de Santa Eulalia, Cala Gració en Sant Antoni, Cala Santandria de Ciutadella y la playa de Es Ca Marí en Formentera); una por acantilado (playa de Talamanca de Ibiza), y otra a través de torrente (Torrent Gros, en la Bahía de Palma, con desembocadura junto a la playa Ciudad Jardín).
TALAMANCA.
La mayoría de estos vertidos tienen en su proximidad amplias praderas de posidonia. El caso más espectacular de destrucción de esta especie protegida se da en la rada de Talamanca, en Ibiza, donde su enorme retroceso se puede comprobar fácilmente buceando o por comparativa fotográfica aérea.
El Ministerio de Medio Ambiente admite en un texto divulgativo sobre los beneficios de la desalación que la posidonia oceánica tolera una salinidad máxima de 39 gramos por cada litro de agua. Así lo han concluido “los organismos científicos españoles más prestigiosos en las ciencias del mar”. La solución, afirma el Ministerio, pasa por desechar el agua de las desaladoras lo más lejos posible de especies vulnerables o en zonas de fuertes rompientes. “En los casos más difíciles, por la proximidad a pocos metros de la costa de la pradera de posidonia (Baleares y Murcia), se han buscado soluciones consistentes en distribuir la salmuera por diversos difusores, de tal forma que al salir y chocar con la propia agua de mar produce una agitación que hace que se homogeneice en salinidad de toda la masa de agua que circunda al difusor”.
De la desaladora al mar por el Torrent Gros
En el caso de la polémica playa mallorquina de Ciudad Jardín, a la que la entidad nacional Ecologistas en Acción acaba de otorgar una simbólica bandera negra por su elevada contaminación, y que es a su vez una de las más afectadas por los vertidos de aguas fecales, el descarte de la desaladora llega al mar a través de la desembocadura del Torrent Gros, que parte la cala en dos. Las praderas de posidonia más cercanas se encuentran a bastante distancia de este punto. La pregunta que cabría hacerse es por qué razón no queda ni rastro de posidonia en las proximidades de Ciudad Jardín (al igual que ocurre en Cala Gamba) y si ello se debe, precisamente, a los vertidos de aguas fecales del emisario y a las altas concentraciones de sal del agua del torrente. Gaceta Náutica ha podido comprobar cómo el Torrent Gros mantiene en las últimas semanas un caudal continuo desde unos dos centenares de metros tierra adentro hasta su desembocadura en Ciudad Jardín. El agua no presenta ninguna anomalía a simple vista ni tampoco desprende ningún olor perceptible. Sobre la superficie se ha formado una especie de alga verde y no es extraño observar cómo las lisas, peces cuya resistencia a las condiciones más extremas está fuera de toda duda, avanzan contra la corriente en busca de algún alimento.