Uno de los pilares de las subvenciones, por no decir el primero, es el de la protección de algo o alguien. Gracias a ellas se pueden salvar personas, monumentos, animales, plantas… Pero no siempre es así, con el tiempo aparecen entes corruptos disfrazados de asociaciones que sólo buscan el enriquecimiento solicitándolas. Cuanto más se recalque el valor y el peligro que corre algo o alguien más énfasis se pondrá en subvencionar y solicitar subvenciones.
¿Y por qué digo lo anterior? Porque con la posidonia mucha gente está haciendo el agosto año tras año en Ibiza con falacias y despropósitos.
Sobra decir que valoro mucho a todos aquellos que cuidan la posidonia, principalmente los que estamos en la primera línea, aquellos que navegamos y sabemos dónde fondear para no destruirla sin necesidad de que existan cientos de personas y organismos que viven en nombre de ella.
Poniendo la posidonia al borde de la extinción, gobiernos locales, y empresas privadas con o sin ánimo de lucro, tratan de conseguir, unos imponer sus leyes contra los yates, y otros, sustanciosas cantidades económicas. La consecuencia más directa e indeseable es la limitación, prohibición y cobro por fondear en lugares donde ni siquiera hay Posidonia o la que hay ya está muerta por motivos que nada tienen que ver con las anclas.
Cuando la posidonia es inexistente, todo el fondo es arena. Los políticos lo solucionan con decretos incrementando la distancia hacia mar adentro de la zona de bañistas para alejar y dirigir los yates hacia ella y así sustentar y sustanciar todas las falsedades que justifican sus intereses. Da igual si hay o no hay Posidonia; inventan o manipulan la realidad.
Larga vida a la posidonia y que se deje de alimentar, creer y obedecer a los que viven de ella y quieren hacer desaparecer los yates en su nombre.