«Tenemos el mejor modelo de gestión para la náutica social»

Antoni Estades, nuevo presidente de la ACNB, cree que la ley acabará protegiendo a los clubes náuticos por su labor deportiva y su fiabilidad

Antoni Estades a bordo de su bote de vela latina, el ‘Tinita’, amarrado en el CN de Cala Gamba.

Antoni Estades Reus llega a la presidencia de la Asociación de Clubes Náuticos de Baleares con el aval de una larga trayectoria náutica como regatista y «hombre de club», pero sobre todo por su buena gestión al frente del Club Nàutic de Cala Gamba, una entidad pequeña pero que está unánimemente reconocida por su compromiso con el deporte, la actividad social y la conservación del patrimonio. Estades hereda una asociación saneada y en buena sintonía con las administraciones de las que depende el futuro de los clubes náuticos. Tiene muy claro lo que es un club y cuál es su marca diferencial. Ahora, dice, es el momento de divulgar la labor que desarrollan y su importancia para el sostenimiento de la náutica social. Y advierte: sin clubes no habría deporte náutico de competición ni posibilidad de acceso al mar para las pequeñas esloras y las  economías modestas. 

Pregunta.– Mucha gente confunde club náutico con puerto deportivo o recreativo. ¿Qué es un club y por qué, a su juicio, debería tener un tratamiento diferencial?

Respuesta.– Un club náutico es una asociación deportiva formada por muchos socios que gestiona un espacio portuario, mediante una concesión administrativa, con la finalidad de promover la práctica de los deportes náuticos, así como actividades sociales y culturales relacionadas con el mar. Al ser la única forma jurídica que garantiza esta finalidad podemos afirmar que sin los clubes náuticos, la vela o el piragüismo de competición desaparecerían. Además, somos entidades mucho más participativas que las sociedades mercantiles. Tenemos una media de 500 socios y somos parte esencial de la sociedad náutica balear.

P.– Cualquiera empresa portuaria puede destinar parte de su presupuesto a fomentar el deporte náutico. ¿Dónde está la diferencia? 

R.– Poder puede, pero no estará nunca obligada a ello. Si lo hace será por estrategia comercial, no para cumplir su objeto social. La enseñanza y la competición de los deportes náuticos a todos los niveles, edades, condiciones  y capacidades; la divulgación de la cultura y el conocimiento náutico o la defensa de la tradición y el patrimonio marítimo están en el ADN de los clubes náuticos desde que nacieron, y de esto hace ya bastante. La mayoría de clubes tenemos más de 60 años. No verás a ninguna empresa portuaria que dedique recursos a fomentar la vela o la piragua para personas con capacidades diferentes o destine parte de sus amarres a embarcaciones tradicionales.

P.– Entiendo, pues, que el deporte náutico no tendría ningún futuro si no existieran los clubes.

R.– Como ya he dicho, ni los deportes ni la cultura marítima en general. Por nuestros clubes pasan cada año más de 9.000 niños y jóvenes de las islas para aprender a navegar, conocer el medio marino y muchos de ellos acabar compitiendo en las diferentes modalidades que ofrecen tanto la vela como la piragua. Y no sólo por la cantidad de participantes sino también por la calidad, basta ver cuáles son los deportes más laureados en estas islas.

P.– Algunos ven mal que los clubes den beneficios. ¿Es por qué no entienden el modelo?

R.– Efectivamente, dar beneficios no es incompatible con no tener ánimo de lucro. Los clubes náuticos somos rigurosos y responsables en la gestión y explotación de nuestros recursos. Aquí la diferencia importante con las sociedades mercantiles es el destino que se les da a estos beneficios. Para éstas una parte de las ganancias acaban repartidas entre los accionistas en forma de dividendos, y nosotros esta parte la destinamos a nuestro fin último que es la promoción náutico-deportiva y social, el denominado dividendo social.

P.– De entre todos los asuntos que afectan a los clubes, ¿cuál es prioritario en este momento para la ACNB?

R.– Ahora la asociación debe estar al lado de los clubes que tienen sus concesiones pendientes de renovar, ofrecerles todo nuestro apoyo y estar cerca de ellos para cuando nos necesiten. 

P.– ¿Cuál es el estado de salud de los clubes náuticos de Baleares tras la sacudida de la pandemia? 

R.– Como en la mayoría de sectores se ha producido un descenso de los ingresos, de hecho algunos han tenido que solicitar aplazamiento para el pago del canon anual. La salud deportiva y social también se ha visto resentida por la anulación de muchas competiciones y eventos sociales, si bien es cierto que muchos clubes pudieron desarrollar sus «campus de verano» de 2020 con una participación superior a la esperada. Este verano las inscripciones están siendo en general muy buenas.

P.– Gran parte del trabajo de una asociación como la ACNB consiste representar a sus socios ante las administraciones. ¿Existe buena sintonía con los poderes públicos?

R.– Tiene que haberla, son nuestros «caseros». De las últimas manifestaciones realizadas por parte de los máximos responsables de APB y de Ports IB en divresos actos a los que asistido intuyo que existe sensibilidad por nuestra causa.

P.– Siempre que entra un nuevo presidente en una entidad hay que preguntarle si su gestión será continuista y, en el caso de que así sea, cuáles son sus objetivos y cómo pretende conseguirlos…

R.– Con Miguel Suñer al frente de la asociación se ha conseguido renovar la mayoría de concesiones de los clubes asociados y se ha empezado a poner en valor la figura de los clubes náuticos  dentro de nuestra sociedad, y este es el camino a seguir. Debemos ser un gran altavoz para dar a conocer la importancia que tenemos los clubes náuticos en nuestras islas, ya que somos los garantes de la náutica recreativa y social de los baleares, estamos comprometidos con la enseñanza de los deportes náuticos, somos los únicos que invertimos en la náutica de competición, con los mejores resultados, y empezamos a ser sensibles y responsables con la divulgación de la cultura náutica, la defensa del patrimonio marítimo y la protección del medio marino. 

P.– Miquel Suñer, su antecesor, solía decir que cada club es un mundo y que hay que respetarlo, y que la función de la ACNB es poner en valor las ideas que comparte el colectivo. ¿Está de acuerdo?

R.– Totalmente, somos muy diferentes en tamaño, presupuesto, localización, administración que nos gobierna... Pero compartimos el mismo ADN y un largo camino que nos hace singulares, cumplidores, fiables. Los clubes transmitimos confianza.

P.– ¿Cree que los clubes tienen suficiente peso en la sociedad como para conseguir que se cambien las leyes que hoy por hoy les perjudican? 

R.– Debemos conseguir peso en la sociedad, no sólo por nuestra aportación al PIB (1,9% en 2019) sino por los dividendos que repartimos a a nivel social, deportivo y cultural. Todo esto tenemos que darlo a conocer, para conectar con la sociedad y para que nuestra labor sea reconocida por las administraciones. Creo que el modelo asociativo es el mejor para gestionar el dominio público destinado a la náutica recreativa para esloras medianas y pequeñas. A las sociedades mercantiles no les interesan los barcos de menos de 12 metros por ser mucho menos rentables que las grandes esloras. Si a esto añadimos que los únicos polideportivos del mar están en los clubes náuticos, a coste 0 para la administración, y que la mayoría somos «clubes de barriada» totalmente integrados en nuestro entorno y vecindario, se hace difícil pensar que las leyes no nos acaben protegiendo.

P.– ¿Cómo es la relación con los clubes de la península?

R.– Muy buena. He tenido oportunidad de participar en algunas reuniones de la CEACNA y veo que las preocupaciones son muy parecidas. Nuestra asociación, que fue pionera y ha sido durante años una de las más activas, es un referente dentro de la Confederación Española, y así seguirá siendo.

P.– Los clubes han sido críticos con la gestión del Govern en relación al medio ambiente. La ACNB fue una de las entidades que impugnaron en decreto de posidonia y consiguieron la anulación del régimen sancionador. ¿Cree que los navegantes han sido injustamente criminalizados? 

R.– El Govern se equivocó a la hora de ponderar las causas. Si realmente el Decreto quería proteger la posidonia, no se entiende que en el último borrador desapareciera o se dejara como algo muy residual la regulación de los vertidos al mar. Dicho esto, y estando totalmente de acuerdo en que se debe proteger la posidonia, defiendo que exista el fondeo libre sobre arena y que se mantenga el equilibrio existente entre zonas de baño y de fondeo. Me preocupa que las administraciones tomen decisiones que hagan prácticamente imposible el fondeo por el litoral balear, ya que ello acabará con la náutica recreativa.

P.– Usted es regatista de vela latina. ¿Qué papel cree que deben desempeñar los clubes en la conservación del patrimonio marítimo?

R.– Fundamental. Estamos en constante evolución y acciones como la conservación del patrimonio marítimo o el medio marino son imprescindibles en la sociedad actual, y en estos temas los clubes náuticos podemos y debemos aportar historia, experiencia y conocimiento. Me consta que de cada vez más clubes náuticos están restaurando y recuperando embarcaciones de vela tradicional y organizando «trobades» de vela llatina, regresando de alguna manera a sus orígenes y convirtiéndose en entidades vertebradoras a nivel local.

P.– Aunque usted es una persona suficientemente conocida en el mundo de la náutica, supongo que en los próximos meses tendrá que presentarse a quienes serán sus interlocutores. ¿Ha pedido ya cita a la presidenta del Govern y otras autoridades?

R.– He tenido la oportunidad de presentarme al presidente de la APB, al conseller de Mobilitat i Vivenda y al director general de Ports. Esperaré a celebrar la primera junta directiva para programar los asuntos protocolarios, pero no descarto presentarme a cualquier autoridad que sea sensible con nuestra causa y que nos pueda ayudar a entender nuestra 

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