Si no hay aporte de fecales, la bacteria desaparece.
Miembros de la Universidad de les Illes Balears (UIB) ha confirmado científicamente en experimentos de laboratorio que las cianobacterias descubiertas en la Bahía de Palma desaparecen cuando deja de producirse aporte de fecales, lo que descarta como origen otros posibles focos contaminantes con los que se había especulado, como barcos, piscifactorías, combustibles de avión, acuarios y otros elementos próximos a la zona afectada.
Las muestras del fondo de arena tomadas por submarinistas de Gaceta Náutica el pasado otoño han demostrado en el laboratorio de la UIB que la proliferación de cianobacterias es consecuencia directa de un aporte masivo de aguas fecales humanas.
Siguiendo directrices de profesores del departamento de Biología de la Universidad, los submarinistas rellenaron dos tubos-probetas con arena del fondo contaminado. Los primeros análisis realizados sólo 24 horas después de la recogida, obtenidos a partir de la observación con el miscroscópio electrónico de la universidad, probaron que las manchas rojas eran cúmulos de cianobacterias, en concreto de Spirulina.
El origen de estas manchas dispersas de hasta un metro de diámetro y que ocupaban entonces una extensión aproximada de un kilómetro cuadrado, donde no hay vida marina excepto las propias bacterias, se atribuyó desde un principio a la falta de oxígeno (hipoxia) por el consumo de la materia orgánica disuelta en las aguas fecales. El emisario de aguas sucias de Palma, gestionado por Emaya, está situado a unos 450 metros de los tapetes de la zona afectada. Ahora, tras varios meses de pruebas en laboratorio, ha quedado probado, por descarte de otros factores, que el origen es el que se presumía: un aporte masivo de materia orgánica a través de la tubería submarina de Ciudad Jardín.
Las dos muestras han sido observadas, fotografiadas y vigiladas diariamente por el equipo del doctor Jordi Lalucat, catedrático de Microbiología del departamento de Biología de la UIB. Ambas fueron tomadas por los submarinistas el mismo día y en el mismo tapete de cianobacterias, pero los científicos han realizado un tratamiento diferente en cada una de ellas.
Uno de los tubos se ha dejado intacto, mientras que el otro ha recibido aportes de fecales de forma periódica. Ambas muestras presentaban al principio el mismo aspecto y composición según el microscopio: manchas rojas y presencia masiva de cianobacterias y otros contaminantes. Sin embargo, pasados unos meses, las manchas han ido desapareciendo de la muestra uno (la que no se ha tocado) e incluso han brotado nuevas plantas del suelo arenoso. La muestra número dos, a la que se han ido añadiendo fecales, sigue contaminada, tiene colores oscuros en la arena y contiene todavía gran cantidad de cianobacterias.
Todo ello acreditaría, según los investigadores de la universidad balear, dos cuestiones muy importantes: en primer lugar, que el fondo se regenera muy pronto si se dejan de aportar fecales; y en segundo lugar, que la falta de oxígeno y la consecuente proliferación de cianobacterias se debe principalmente al aporte masivo de aguas fecales.