El sector náutico ha sufrido un fuerte incremento de precios.
Este ha sido el año de la recuperación tras la pandemia del coronavirus. Después del parón económico que se produjo en 2020, el consumo se ha reactivado con fuerza, pero el sector industrial afronta nuevos problemas que ponen en duda el crecimiento.
Los precios de la energía están en máximos, al igual que los del transporte marítimo. Faltan materias primas y las fábricas realizan paros en la producción por la falta de componentes. El sector náutico no es ajeno a esta «tormenta perfecta» que amenaza con seguir perturbando la economía hasta bien entrado el próximo año.
La recuperación ha sido muy rápida y, una vez desaparecidas la mayoría de las restricciones, hay una gran demanda de bienes y ha aumentado el movimiento de personas y mercancías. Esta situación ha provocado la aparición de cuellos de botella en los principales puertos del mundo que ralentizan los flujos comerciales.
Toni Salom, responsable de Nautipaints, explica que ha habido muchas roturas de stock por parte de los proveedores y los plazos de entrega han aumentado entre dos y tres meses para los materiales que vienen de fuera de la Unión Europea. «Esto ha hecho que se incrementen los precios del transporte y que las entregas se retrasen», señala Salom.
La clave está en la procedencia de los suministros. Los que trabajan con fábricas europeas tienen menos dificultades, sin embargo, la producción asiática depende exclusivamente del transporte marítimo. Por ejemplo, Javier Martínez, de Motonautica Balear, remarca que han sufrido retrasos en las entregas pero «al tratarse principalmente de suministradores europeos, de momento, los incrementos de precio por el transporte no son muy importantes». Por el contrario, Gori Morey, de Comercial Morey, revela que «nosotros somos distribuidores de motores fueraborda Suzuki, que vienen de Asia, y sufrimos un retraso de unos 60 días».
La empresaria Margarita Dahlberg destaca que el mundo logístico se ha hecho muy complejo. «A mí me suministran fábricas de Estados Unidos y México, pero ellos, a su vez, se suministran de países asiáticos». Esta situación ha forzado a las empresas a cambiar a algunos de sus proveedores. Es el caso de la velería de Juan Merayo, que he hecho frente a los retrasos renunciando a los pedidos que llegaban del Reino Unido porque «por problemas en la aduana, no pueden garantizarnos una fecha de entrega y esto es indispensable para los clientes, así que nuestros encargos son todos de la Unión Europea donde afortunadamente tenemos casi de todo», asegura.
"Si hay material disponible, compramos el doble"
La incertidumbre y el miedo a quedarse sin suministros ha provocado también cambios en las cantidades a la hora de hacer los pedidos. «Antes se veía mal tener demasiado stock, mientras que ahora, si hay material disponible, compramos el doble», afirma Margarita Dahlberg.
Los problemas de stock y el desabastecimiento han afectado de manera diferente a las empresas del sector náutico. Las tiendas de efectos navales y accesorios de navegación, como es el caso de Mercanautic son de las más perjudicadas, «nuestros proveedores tienen bastantes problemas de stock y calculamos entre un 15 o 20% de faltas en los pedidos realizados», apunta Alberto Bujosa.
Un camión desembarca de un buque de transporte en Palma.
Los astilleros también se han visto afectados por retrasos y encarecimiento. Isabel Flores, de Azul Yachts, apunta que las marcas con las que trabajan disponen aún de stock, aunque «se ha incrementado la espera entre 1 y 2 meses por encima del plazo de entrega normal».
Como explica Gori Morey «el desabastecimiento de materias primas ha provocado en nuestro sector el retraso de los productos manufacturados en especial embarcaciones, accesorios y motores marinos» y la consecuencia de esa demora puede llevar incluso a la pérdida de clientes. «Se han quedado ventas sin concretar porque tenían que proyectarse al año 2023», remarca Morey.
Julia Egle de Astilleros de Mallorca apunta a que los retrasos son generalizados y como ejemplo señala que «las baterías para yates que antes tardaban dos semanas ahora tienen un plazo de entrega de 10 o 12 semanas». Los retrasos entorpecen menos la labor del sector de las grandes esloras tal y como explica Ignacio Triay, de la firma Pro-Rigging. «Los grandes barcos solicitan los trabajos con mucha antelación y son largos. Jugamos con márgenes de tiempo grandes». Los barcos de menos de 40 pies, los más habituales, necesitan trabajos más urgentes y para solventar los retrasos, Triay apuesta por «buscar sustitutos válidos porque en este mercado está todo más estandarizado».
Lo que sí ha afectado a todo el sector náutico en su conjunto ha sido el incremento de precios, que perjudica tanto al fabricante por la subida de precio materias primas, al transportista, al distribuidor, que reduce el margen comercial y, finalmente, al consumidor.
La subida varía mucho, unos apuntan entre un 3 y un 5% pero otros lo elevan hasta el 15%. Juanjo Bestard, de Ferdinautic, pone de manifiesto que «los avisos recibidos de aumento de precios por parte de las fábricas están en torno al 5-10%, pero a estos precios hay que añadirles el coste de los portes de traerlos a Mallorca». Y es que la insularidad es otro de los lastres de la industria en Baleares. «Me cuesta menos llevar un material desde Inglaterra hasta Francia que desde Barcelona a Palma», revela Ignacio Triay.
También hay sectores en los que la subida está por llegar. Es el caso de la empresa de seguridad marina Proex. Su gerente, Sebastiano Dubini remarca que «nuestros proveedores han aguantado precios en 2021 pero ya sabemos que el año que viene habrá subida». De cara a 2022 se mantiene la incertidumbre pues como señala Dubini «resulta complicado hacer un pronóstico porque hay muchas variables». Como solución, el responsable de Proex apuesta porque las empresas cuenten con un plan B por si falla el mercado asiático.
Combustibles
El incremento del precio de los carburantes es una de las razones del aumento generalizado de los precios. Joan Mayol, presidente de la Asociación de estaciones de servicio de Baleares, cuantifica esta subida en lo que va de año en un 27% para la gasolina y un 25% para el diésel. Además «la insularidad encarece más el combustible y el resto de productos. La diferencia con la Península puede oscilar entre 5 y 7 céntimos dependiendo del momento del año y en Ibiza y Menorca los precios son mayores pues hay menos competencia», apunta Mayol, quien destaca que como «somos el último eslabón de la cadena. Si la oferta no aumenta y la demanda sigue, seguiremos con las subidas. La solución sería aumentar la producción de barriles de petróleo desde los países de la OPEP».