Un libro y una película

A lo largo de los últimos 300 años hemos padecido la leyenda negra en contra de España. Lo peor es que nos hemos creído el relato de nuestros históricos adversarios a pesar de que faltan a la verdad de forma palmaria.

Está claro que el hecho del descubrimiento de América y la forja de todo un imperio por parte de la corona española no fue del agrado de las potencias enemigas de la época. Lo épico estuvo en que el modo de enlace entre la España peninsular y la de ultramar eran las rutas de la mar océana.

España hizo un gran esfuerzo en muchos aspectos. No en vano la primera universidad en el continente americano fue la de San Marcos en Perú, que data del año 1551. Fue también en tierras del actual Perú donde en 1553 el marqués Francisco de Carabantes decidió trasladar cepas de vid de las Islas Canarias, convirtiéndose en la primera región del continente americano en cultivar y producir vinos y aguardientes, como el que actualmente conocemos como pisco peruano.

La sanidad pública también tuvo sus hitos, con campañas lideradas por nuestra Armada, que buscaban la mejora de la calidad de vida de sus gentes. Quiero destacar la del doctor y marino alicantino Francisco J. Balmis y Berenguer quien, en 1803, partió del puerto de La Coruña a bordo del navío María Pita para llevar la vacuna de la viruela hacia el continente americano. Lo sorprendente de la historia es que, al no existir en aquel momento ningún método que permitiera «guardar» o preservar el virus vacunal, se hizo acompañar en la expedición de 150 niños, de los cuales 25 llevaban la vacuna inoculada, haciéndola pasar de un niño a otro durante los meses que duró el viaje para mantener la cepa viva. 

El doctor y marino Francisco J. Balmis y Berenguer llevó en barco la vacuna de la viruela al continente americano
El María Pita navegó de este modo a San Juan de Puerto Rico, La Guaira, Puerto Cabello, Caracas, La Habana, Mérida, Veracruz y la Ciudad de México, llegando la vacuna luego a lugares tan lejanos como Texas  o Nueva Granada.  Las crónicas cuentan como posteriormente, en 1805, arribó a Manila el navío Magallanes, al mando del capitán de fragata Ángel Crespo, portando la anhelada vacuna.

Para poner la leyenda negra en su sitio ha nacido un libro. Su autora es Elvira Roca Barea y se titula «Imperiofobia y leyenda negra». No tiene desperdicio pues nos provee de los argumentos contundentes con los que silenciar a la gente que habla por boca de mantras que nada tienen que ver con la realidad de lo acontecido. Lo recomiendo encarecidamente.

MARCIAL EN EL RECUERDO 

Cambiando de tercio, como contrapunto y aprovechando este foro que me brinda Gaceta Náutica, mencionar que hace pocas semanas tuvo lugar el XL Trofeo Regata de las Fuerzas Armadas. Me viene al recuerdo nuestro querido almirante Marcial Sánchez-Barcáiztegui, gran impulsor de la vela en las islas desde su posición de presidente de la Comisión Naval de Regatas de la Armada en Porto Pi. Recuerdo también su clásica mención, en cada entrega de trofeos anual, de la hazaña de la que ahora se cumplen 78 años. Me refiero a Dunkerque, cuando en plena Segunda Guerra Mundial, entre el 27 de mayo y el 4 de junio de 1940 y ante el avance del ejército alemán, más de 300.000 soldados aliados -entre ingleses, franceses, polacos, belgas y holandeses- tuvieron que ser rescatados de las playas y los espigones de la costa francesa.

Lo relevante de esta ocasión es que la evacuación masiva se hizo a bordo de cientos de embarcaciones de recreo de todo tipo que, comandadas por sus propietarios y patrones civiles, se sumaron a los escasos buques de la Royal Navy que pudieron acudir en su auxilio. Imaginen lo que aquello debió ser en términos de movilización social desde la perspectiva de los clubes náuticos y marinas civiles de la zona. Increíble. Una película reciente rememora ese hecho histórico. Quede en nuestro recuerdo la cita del querido almirante.

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