Bosco Marqués, el viernes pasado en la cubierta de su barca con su excepcional captura.
Una 'xerna', un mero dentón, de 50,4 kilos. Este es el premio que consiguió con su esfuerzo el joven pescador Bosco Marqués el pasado viernes en aguas al norte de Menorca. Una pieza de récord, no se recuerda nada igual en los últimos 30 años al menos, que es todo un reconocimiento al empeño diario de las nuevas generaciones que, contra viento y marea, han decidido apostar por la pesca como una profesión y un modo de vida para el futuro con el máximo respeto y cuidado del mar que provee su riqueza.
Bosco trabaja solo con su pequeña barca, la Ana Elisa, con base en Ciutadella, que adquirió en abril de 2022. Sin embargo, el viernes pasado, su primo Enric decidió acompañarle en su día de faena. Gracias a ese ‘tripulante’ improvisado podemos ahora contemplar las imágenes que dan idea del tamaño de la xerna (Epinephelus caninus), que subieron a bordo aquella jornada poco después de mediodía.
“Habíamos salido a probar gallos y besugos a profundidad, había viento y el día no pintaba bien”, cuenta Bosco. “En uno de los lances con la caña, picó algo que pesaba mucho, luego se soltó y cuando subí el anzuelo vi que estaba recto. Ya en ese momento pensé que podía ser una xerna”. Poco después, a unos trescientos metros de allí, volvió a pasar lo mismo: gran picada, y el anzuelo sube libre y recto. Estaban lejos de la costa, al norte de la isla, con el fondo a unos 170 metros. “Entonces decidí cambiar el bajo por uno más resistente y poner un anzuelo más grande. Apenas llegó al fondo, volvió a picar y ya no se soltó. Pensé que igual enrocaría pero no fue así y cuando vi en la sonda que se separaba del fondo y subía hacia la superficie, me di cuenta de que, si no cometía errores, ya era mío”, explica el joven pescador. No fueron más de 20 o 25 minutos de lucha con el pez hasta conseguir verlo en la superficie. Fue entonces cuando surgió la sorpresa: “Yo pensaba que haría 10 o 15 kilos pero cuando lo vimos… fue una locura”. “Conseguí subirlo a bordo con más maña que fuerza porque tengo cuota de atún y estoy acostumbrado a pelear con capturas pesadas y, como había pescado ya dos gallos y un par de besugos, nos volvimos a puerto”, concluye.
Bosco Marqués suma a sus 30 años 9 años de experiencia como marinero. A pesar de tener familia pescadora, entre ellos su hermano mayor, nunca había pensado dedicar su vida al mar. Sin embargo, sacó los cursos necesarios y cuando su tío le invitó a acompañarle en su barca como tripulante, su perspectiva dio un giro. “Él me enseñó todo lo que sé sobre la pesca”, reconoce. Siempre ha trabajado en barcas pequeñas y el año pasado emprendió su aventura en solitario con la Ana Elisa. “Escuché a un pescador decir que ya estaba cansado y que quería vender la barca y retirarse y decidí comprarla e intentarlo”, recuerda.
Bosco Marqués se encuentra así entre ese reducido grupo de jóvenes pescadores que apuestan por una profesión que muchos afirman que está casi en extinción. Él no está para nada de acuerdo con esa percepción: “El invierno ha sido espectacular. Voy probando cosas diferentes y las cosas me están saliendo muy bien. Es cierto que es una faena muy dura pero si trabajas y haces las cosas de manera correcta, puedes ganarte bien la vida y, sobre todo, valoro mucho la libertad que te da”. Sin embargo, precisa que para garantizar ese futuro hay que hacer las cosas bien: “Es muy importante respetar las normas y tener mucho cuidado con las cuotas y la tallas. No se trata de vaciar el mar, sino de pescar de manera sostenible para garantizar nuestro futuro”.
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