Organizan el festejo de los 150 años de la APB e invitan al exdirector Ángel Matías, condenado en sentencia firme por el caso Mar Blau, y al ex presidente Joan Gual, investigado entre otras cosas por adjudicar presuntamente una concesión como pago por una deuda personal.
Y todos tan campantes, sonrientes y deleitándose con las burbujitas de cava, mientras Mallorca entera hace mutis por el foro. Si a este nivel la Autoridad Portuaria de Baleares se permite esta chulada de hacer participar del festejo institucional a cargos directivos que han sido juzgados y se encuentran imputados, ¿qué podemos esperar del resto? ¿Que no le renueven la concesión al RCNP? Ah, perdón, eso está en camino. ¿Que se carguen el Club Marítimo Molinar y dejen la obra abandonada a medio hacer? Vaya, eso ya lo han conseguido.
Sabemos que lo único que puede salvar España de un muy mal futuro es la educación de los jóvenes, apoyada por los buenos ejemplos de los gobernantes.
Hoy, sin embargo, esos jóvenes sólo pueden asistir a un bipartidismo que se tira los trastos por la TV, que juega al póker (o lo intenta) con los medios, que tiene en jaque al poder judicial... Los estudios no les atraen porque su futuro presente, habiéndose gastado una pasta y años de educación, sería ser médicos, ingenieros o arquitectos mileuristas; por ello sólo aspiran a ser deportistas de elite bien pagados, a crear una aplicación con la que forrarse o a ser grandes profesionales de nada gracias a su móvil. ¿En qué más pueden basarse los jóvenes y no tan jóvenes para formar sus ideas y evaluar sus posibilidades?
Está claro que si uno es hábil, delinquir no es problema: lo que hay que hacer es hacer amigos en la política a quienes se pueda coaccionar (pedir un favor sin tener un as en la manga no lleva a nada). Insisto: en la política actual, todo lleva a cambiarse favores con beneficio propio, la política es endogámica y se ha olvidado completamente el gestionar en favor de la calidad de vida del ciudadano.
Las pocas decisiones tomadas al respecto tienen más de promesa populista (muchas veces imposibles de cumplir), como las ayudas sacadas de la galera que las finanzas de España no pueden aguantar.
Lamento presentar un panorama tan sombrío, pero a esto me lleva esta aparición en La Casa de personas que han hecho muchísimo daño en todos los ámbitos de gestión de la APB, que han manchado impunemente una institución del Estado, que han manipulado información, cuya soberbia les hace sentir intocables (les funciona) y que han permitido que las malas prácticas se transformen en ejemplo para sus subordinados.
Haciendo un poco de memoria, gente así ha habido en todas las épocas y en todos los órdenes. A algunos se les ha pillado, a otros se les ha hecho chivo expiatorio para tapar casos peores, y a los menos, ofrecido un traslado a otro puesto (todos ellos suelen disponer de demasiada información comprometedora sobre personalidades, que utilizan para negociar su nuevo estatus).
La ética establece lo que está bien y lo que está mal en la conducta humana. La moral, la aplicación por las personas de los principios éticos en la vida diaria.
De quienes hablamos hoy aquí parecen carcajearse de la ética y no importarles el pernicioso ejemplo moral que generan, y a quienes les festejan su osadía con cava, sonrisas y canapés les debemos la apología de los sinvergüenzas, que alimenta la soberbia del monstruo cuyo ejemplo parece atraer sobre todo a la industria portuaria a la que tanto han hecho por malograr. Lamentable.