Formo parte de una generación de europeos en la que ni nuestros padres ni nosotros mismos nos hemos visto envueltos en ningún conflicto bélico en nuestras ciudades, en nuestros países. La guerra fría es para la historia la época de mayor prosperidad vivida nunca en occidente, a pesar del frágil equilibrio entre los dos ejes, en permanente gresca amenazadora.
Nuestra infancia, adolescencia, juventud, estudios universitarios y la entrada en el mercado laboral lo fueron en un entorno de paz, de crecimiento económico y plenitud de derechos sociales y libertades democráticas. Pero de repente, esta feliz realidad se trunca con la llegada de una pandemia sanitaria mundial seguida de una guerra que nos devuelve a un escenario, cuando menos, perturbador.
Nos toca ahora una época con retos enormes. Uno de ellos es la consecución por España de la autosuficiencia energética. Para ello son varias las fuentes de energía, complementarias unas de otras y no excluyentes. En mi opinión:
- Hay que mantener las fuentes de energía tradicionales. Mediante el fracking España puede hacer posible la localización y extracción de petróleo y gas propios. No debemos ni podemos autolimitarnos en este sentido.
- Hay que reimpulsar la energía nuclear. Existen mini reactores nucleares tipo SMR, de última generación, que abaratan muchísimo la electricidad y minimizan la contaminación y el riesgo y que no necesitan de obra civil alguna (son de un tamaño que pueden ser transportadas por camión a donde se quiera).
- Hay que promover la energía solar, pero complementando las plantas de placas fotovoltaicas (de tanto impacto visual), por los nuevos sistemas como las tejas tradicionales que realmente son placas solares fotovoltaicas. Con 40m2 en cada vivienda se llegan a generar hasta 3 KWh de electricidad. Los techos de las casas serían productores de electricidad, con cero impacto ni medioambiental ni visual, pues de forma y color son como las tradicionales.
- Hay que fomentar la energía eólica. La instalación de los grandes aerogeneradores -clásicos molinos de viento- ha de venir acompañada de la promoción de los sistemas de turbinas eólicas y aerogeneradores que, por su menor tamaño, puedan tener un uso más familiar o local.
- Hay que promover el hidrógeno: gran iniciativa la planta de Lloseta, que generará hasta 300 toneladas de hidrógeno verde cada año, producidas a partir de dos plantas fotovoltaicas. Se podrá suministrar combustible limpio a autobuses, furgonetas de reparto, así como para edificios e industrias.
- Hay que promover el bioetanol, sustancia generada a partir de distintos procesos de fermentación de materias orgánicas vegetales, con las que se consigue un alcohol que se puede emplear como combustible limpio, renovable e inagotable.
Y lo más cercano: los mares, fuente inagotable de energía, pues:
- Absorben grandes cantidades de energía solar, por lo que la instalación de parques fotovoltaicos marinos debería ser una de las prioridades.
- Los clásicos molinos de viento pueden y deben ser instalados también en zonas marinas donde, anclados al fondo, puedan producir energía de forma más constante en los lugares ventosos.
- Energía Mareomotriz (corrientes), Energía Undimotriz (olas), Energía azul (gradiente salino) Ya se puede transformar la energía producida por las mareas del mar en energía eléctrica. Lo mismo con la energía undimotriz, con la captura de energía del movimiento de las olas. Estos sistemas garantizan suministro, seguridad y un impacto ambiental mínimo.
Todo esto me viene a la mente cuando leo la noticia de hace unos días de que Port Adriano generará energía a partir de olas, con una producción de electricidad limpia a partir de las olas del mar, con la instalación de una planta de energía unidimotriz de hasta 2MW en el dique del puerto. Me dio mucha felicidad leer esta noticia.
De nuevo la iniciativa privada, predicando con el ejemplo, lidera el desarrollo y crecimiento sostenibles con nuevos proyectos de futuro. Hay esperanza.