La Autoridad Portuaria sacó a concurso público, hace unos años, unos 180 metros de muelle para amarrar yates de 60 a 130 metros frente a La Marina, el histórico barrio marinero de Ibiza, próximo a la antigua terminal de ferris donde se encuentra el monumento al corsario.
En España, con muy pocas excepciones (la APB no es una de ellas), no se conocen ni las exigencias, ni las preferencias de los grandes yates. Se aspira a cobrar un altísimo precio de amarre sin averiguar cómo hacerles sentir cómodos. Se asume que grandes yates=pasta, una adaptación de la leyenda de Midas, el rey que convertía en oro lo que tocaba. Pero por aquí no llegamos a enterarnos de que Midas se había topado con la dura realidad de su nuevo poder, y no pudiendo comer nada porque al tocarlo se transformaba en oro, fue a pedir ayuda a su hija, que al abrazarle también se transformó en oro, y al ver que no todo era tener más oro, pidió a Dyonisios que le devolviera su condición de ser humano normal.
La concesión del lugar se otorgó a Sovren Marina, empresa de un exitoso grupo inglés muy conocido en el mundo de los grandes yates. Este grupo, cuyo propietario fue capitán de un yate de 56 metros durante más de 16 años, tiene una enorme experiencia en el negocio y además una relación directa y de confianza con capitanes de grandes yates, ya que también son dueños de una agencia de colocación de tripulantes y otra de compraventa de yates.
Una vez adjudicada una concesión, debe presentarse el proyecto constructivo, que detalla minuciosamente las especificaciones técnicas ofrecidas, incluidas las ampliaciones de potencia y las renovaciones de instalaciones eléctricas obsoletas. Hasta allí, bien. La APB debe aprobar el proyecto constructivo. La empresa cumplía con las bases, invirtió 2,5 millones de euros en obras de infraestructura (renovación del muelle de levante con instalación de nuevos bolardos y de cuatro transformadores para suplir a los yates de acometidas eléctricas, adecuación paisajística del muelle y nuevos trenes de fondeo). Pero: ¿no es una falta de ética aprobar un proyecto sabiendo que el concesionario no podrá llevarlo a cabo? Cuando solicitaron la conexión de los transformadores ya instalados, Endesa les informó de que no era posible, que no podían abrir las calles de media ciudad para disfrute de unos pocos. No es función de la APB ayudar al concesionario, pero ocultar información que ponga en peligro el negocio de la concesión es algo deshonesto y no debería permitirse.
La Autoridad Portuaria de Baleares, con un departamento dedicado a las instalaciones eléctricas de los puertos, sabe perfectamente cuales son las posibilidades de sus instalaciones, ya que ejercen el control sobre ellas y llevan a cabo su mantenimiento, como lo obliga la Ley de Puertos del Estado. Los concesionarios llevaron a juicio a la APB en 2019 solicitando una indemnización millonaria por no cumplir los términos de la concesión. No creo que esto importe en lo mas mínimo a la APB. Es un mamut administrativo y se siente protegido por ser «el Estado», aunque últimamente le haya fallado el chollo y cuatro altos cargos hayan dormido en una celda. Mientras el Govern sigue asegurando que la náutica es muy importante para las islas, en el resto del Mediterráneo se ve a España insegura y las ganas de invertir desaparecen.
Pensarán: a ver si compro una fábrica y me dejan a oscuras. Mientras, el Diario de Ibiza publica «Sovren Marina acumula una deuda de 5.533.498 euros según confirmaron desde la APB, sin añadir más detalles».
Sin añadir más detalles.