Bartolomé Deudero Alorda es mi padrino. Y lo digo con orgullo. Hijo y nieto de oficiales de la Armada, siguió la saga, junto a su hermano Antonio, como Oficial de la Marina, llegando a alcanzar el empleo de Capitán de Navío.
Hombre bueno y de mar, no se separaba nunca del amor de su vida, Salud Company, con quien navegó sin cesar por la aguas de Baleares en los veleros que fueron teniendo y que vinieron en llamar “Cranc” (cangrejo, en buen mallorquín), seguido del numeral correspondiente.
Además de su carrera de marino, dedicó periodos de su vida a la docencia deportiva como monitor de vela, destacando su actividad en la Escuela Nacional de Vela Calanova y también en el Club Náutico de Cala Gamba, su cuna marinera y club del que era socio, junto al Real Club Náutico de Palma, donde está amarrado el Cranc IV.
Contaba con orgullo como fue él quien trajo el primer 420 (embarcación de vela ligera) a Mallorca en un buque de la Armada.
Destacaba por ser bueno en ciencias, especialmente en matemáticas y en sistemas navales, incluyendo todo cuanto hace a la realidad de a bordo: mecánica, electrónica, jarcia fija y de labor. Todo.
Tan lúcido era que en la Armada estuvo entre los preseleccionados para poder hacer frente al reto de los entonces nuevos y complejos sistemas nucleares, finalmente descartados por decisión gubernativa.
Estando ya en la reserva, en el sector privado fue el escogido, de entre otros candidatos altamente cualificados, para encargarse del submarino turístico de Puerto Portals, destino en el que pudo aplicar todos sus conocimientos, siendo que bajo su supervisión funcionó sin incidencia alguna haciendo cientos de inmersiones, quedando acreditado así lo acertada que fue la decisión de la empresa. Incluso se sorprendían de ver cómo conseguía reponer piezas y sistemas con proveedores españoles, frente a los extranjeros que inicialmente le proponían, mucho más caros y de calidad análoga o a veces incluso peor. Y es que sus años de destino en Porto Pi, haciéndose cargo del mantenimiento de la base y de toda la flotilla de dragaminas que allí estaba destacada, fueron una escuela sin parangón, donde también consiguió -con gran limitación presupuestaria- mantener flota y base plenamente operativos.
Famoso fue el caso de la corbeta a la que, llegado como joven oficial de máquinas, daban por prácticamente para el desguace. Tras tres intensos meses de duro estudio y trabajo consiguió poner la corbeta en perfecto estado de revista, siendo de hecho la que finalmente más duró de todas las de su clase.
Recuerdo las navegaciones en el Cranc, un velero kaiteret hecho en Mallorca de algo más de 7 metros. Con él nos acercábamos a alguno de los portaaviones americanos que acostumbraban fondear en la bahía. Su tacto a la caña era innato. Y nos decía -me lo recordaba mi hermano Miguel el otro día- "coge la caña, siente el barco, no fuerces... eso es". Lecciones de vida.
El fondeadero era seguro, lo conocía perfectamente. Los tripulantes -esposa, hijos, nietos- departiendo distendidamente a bordo en el entorno paradisíaco de Es Carbó. El “Cranc IV”, un Wind 46 de preciosa silueta, daba cobijo a toda la familia.
Si se pudiera escoger el momento de partir, sin duda era este. A bordo de su velero, acompañado de los suyos. Y la Mar, siempre la Mar.
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Bartolomé Francisco DEUDERO ALORDA nació en Palma el 27/8/1943 y falleció a bordo del Cranc IV, en aguas de És Carbó, Mallorca, el 11/08/2020.