Hemos tratado el asunto desde un punto de vista legal, social y político. El siguiente punto es la distribución de esloras. ¿Pequeño o grande? ¿Cuantos de cada uno? Los años fáciles en los que se construía una marina y se esperaba a que se llenara son historia. Factores como geografía (lugar) demografía, meteorología, historia y accesibilidad, por nombrar algunos, juegan un rol importante a la hora de tomar decisiones y de crear la personalidad, el ambiente de esa marina por el cual va a ser evaluada por los futuros clientes. ¿Es un destino para visitar (transeúntes)? ¿Es donde los clientes prefieren dejar sus embarcaciones durante el invierno (hibernaje)? ¿Es una marina de lujo donde la gente acude a ver y ser vista (como Puerto Portals)?
Últimamente, la tendencia es construir o modificar marinas para embarcaciones grandes. Si antes una embarcación de 15 metros era una pieza única hecha a medida para el cliente, hoy ya hay astilleros que construyen embarcaciones de 40 metros en serie. Es tentador tener amarres más grandes y que produzcan alquileres más importantes, pero no es el tamaño de los amarres lo que hace que un capitán o propietario elija una determinada marina, ni tampoco los servicios básicos.
Loa amarres grandes están muy bien, pero sólo resultan rentables con una ocupación alta, sobre el 80%. Además, sacrifican espacio de maniobra, incrementan consumos, anchura de bocana, necesitan más profundidad, aparcamientos y recolección de residuos. Hay que evaluar todas estas variables para tomar una decisión acertada. En muchos casos, la relación inversión/mantenimiento/ganancias es muy decepcionante.