
Retrato de Cosme García Sáez, colgado en la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, obra de Eulogia Merle.
Las inversiones de Defensa en España son un pretexto perfecto para recordar a un español de bien, Cosme García Sáenz, natural de Logroño, ingeniero e inventor. De capacidad portentosa, Cosme García ideó y fabricó las máquinas para sellar en las oficinas de Correos, la mejora de la fundición de los caracteres de imprenta, las máquinas de timbre de la Casa de la Moneda e incluso una carabina de retrocarga capaz de disparar más de 3.000 disparos sin que fallara el mecanismo y sin necesidad de limpiar el arma.
Corría el año 1858 cuando nuestro personaje ideó y construyó a sus expensas el primer submarino. Con un novedoso motor de resorte, llevaba un peso sumergidor que le permitía ejecutar la inmersión y la emersión. Probado un 4 de agosto de 1860, manejado por el propio inventor y su hijo, asistió el mismo general O’Donnell. El acta oficial de la Comandancia de Marina de Alicante recogió que las pruebas se efectuaron con precisión y el resultado fue tan satisfactorio que maravilló a la distinguida concurrencia.
El éxito hizo albergar a Cosme García esperanzas y así construyó un modelo en cobre, que presentó en Madrid a la reina Isabel II, quien admiró el sumergible, pero le anunció que el gobierno no podía atender tal proyecto debido a los gastos de la guerra de África. Decepcionado y con cierta desgana, viajó a París, donde Napoleón III y sus técnicos examinaron con gran expectación el submarino, invitándole a trasladarse a Tolón para construir uno. Cosme García rechazó la oferta pues se trataba de una potencia extranjera.
Para evitar que el invento cayese en manos de un país extranjero, su hijo Enrique lo mandó al fondo del mar a la salida del puerto de Alicante, donde aún permanece hundidoEl submarino quedó anclado en Alicante, hasta que la autoridad portuaria informó que molestaba al tráfico marítimo. Para evitar que el invento cayese en manos de un país extranjero, su hijo Enrique lo mandó al fondo del mar a la salida del puerto, donde aún permanece hundido. Arruinado y dolido, Cosme García falleció en Madrid a los 55 años. Nuestra querida patria, siempre madre pero en ocasiones (más de las deseadas) madrastra.
Su hijo Enrique volvió a ofrecer el proyecto durante la Guerra Hispano-Estadounidense, pero fue desestimado. Imaginen el desenlace de la guerra con un arma de tal envergadura del lado español.
El contrapunto: un medio escrito nacional dejaba en mala posición a nuestra industria naval y a nuestra Armada con el proyecto del submarino S80. Si bien es cierto que ha pasado por vicisitudes técnicas no deseadas, la falsedad de lo publicado no evitó que el bulo-noticia se hiciera viral contra España, empezando por los tabloides británicos, con un claro interés en que los astilleros españoles no consigan consolidar su posición en los contratos internacionales.
No aprendemos de la historia. Las vicisitudes vividas en su día por Cosme García se repitieron después con Isaac Peral, Narciso Monturiol o Antonio Sanjurjo y sus prototipos de submarinos. No hagamos que pase de nuevo. El reto que se está sacando adelante ahora con el proyecto del S80, desarrollo I+D+I cien por cien español, es un salto en este mercado mundial, donde la nueva plataforma propulsora supondrá toda una revolución, pues será el mejor submarino oceánico de propulsión convencional, dotado del sistema más silencioso existente y acercándolo a las capacidades propias de los de propulsión nuclear, sin serlo. Recuerden que, después de una nave espacial, el submarino es el sistema más complejo que existe.
Nuestra Armada, siempre al quite, prevé que uno de los submarinos S-80 lleve el nombre de Cosme García Sáenz. Honor y gloria.