La Zona Económica Exclusiva es la extensión de 200 millas contadas desde tierra, donde cada Estado puede ejercer en exclusiva sus derechos sobre la exploración y uso de los recursos marinos. También sobre la conservación y la jurisdicción para el establecimiento y utilización de islas artificiales, instalaciones y estructuras, investigación científica marina, protección y preservación del medio marino, etcétera. Esto se complica cuando existen Estados ribereños cuyas líneas que delimitan sus ZEE se superponen con nuestras aguas, cosa que ocurre con Marruecos y Argelia.
Mientras los españoles nos enfrascábamos en procesos políticos internos, unas elecciones tras otras, un procés secesionista en Cataluña, el mundo seguía rodando. Y cuando nos hemos querido dar cuenta, nos han robado el bocadillo en el patio. Caemos del guindo al constatar que –hace ya dos años– Argelia decidió declarar como suyas aguas de Baleares, aprobando su ZEE del Mediterráneo. Y en Canarias Marruecos ha hecho lo propio, adjudicándose directamente una parte de las aguas españolas del archipiélago.
Los Estados valoran pros y contras, principalmente si el Estado ribereño es un país fuerte o no, si esta decisión les supone un riesgo cierto o les compromete en sus intereses económicos, diplomáticos, o incluso militares. Una ZEE se establece a través de una negociación al amparo de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Si no hay acuerdo, la decisión la toma finalmente Naciones Unidas. Pero han tirado adelante sin más miramiento. Curioso: Argelia tomó la decisión una vez firmado el acuerdo con España de suministro de Gas Natural, no antes.
La política de defensa de estos países destaca por el esfuerzo económico en adquirir nuevos sistemas de armas. Argelia es, con Israel, el país del Mediterráneo con capacidad de lanzar misiles desde un submarino. Marruecos ha renovado buques de su marina, así como aviones y carros de combate de origen americano.
La tecnología facilita la posibilidad de explotar yacimientos y recursos naturales hasta ahora de difícil acceso y de carísima explotación. Riqueza petrolera, yacimientos ricos en telurio y cobalto para la fabricación de coches eléctricos o paneles solares, están detrás de estas decisiones.
Incluso con la colonia de Gibraltar el Reino Unido actúa como si la colonia tuviera mar territorial y como si de un Estado soberano se tratara, dejando de lado el Tratado de Utrech. Y veremos cómo el Reino Unido se marcha de la Unión Europea dejando una colonia dentro de territorio comunitario.
La ministra de Exteriores del gobierno socialista-podemita de Sánchez ha publicado sus líneas maestras: «Impulsar un mundo democrático, abierto, tolerante, multinacional e integrado con cinco grandes ejes: defensa de la democracia, derechos humanos y feminismo; apoyo a la integración regional y el multilateralismo; apuesta por una economía global integrada, justa y equitativa; apoyo a la sostenibilidad y lucha contra el cambio climático, y organización y funcionamiento del propio Ministerio, que debe impulsar un servicio exterior, anticipatorio, capaz y digital». En fin.
Necesitamos una política de Estado, con un manual de estilo de doctrina consolidada, que haga que ciertos temas no estén al albur de supuestas «genialidades» del político de turno.
La ministra ha pedido hora con el gobierno argelino, que le ha dado largas ya por segunda vez. De momento, para reservar boya de fondeo en Cabrera en el futuro, sugiero gestionar la autorización con la administración argelina. Y si no, al tiempo.