Año por medio en Atenas, a fin de mayo, se lleva a cabo el Foro de Turismo Marítimo. Lo organiza el Posidonia Events, la empresa propietaria de la feria naviera más importante del mundo. El Posidonia Exhibition existe desde 1970, y el de turismo desde 2011. Que el nombre no les confunda: Poseidon es el dios del mar en la mitología local, de los fondeos nada.
En la de turismo se tocan los cruceros y la náutica. Este año, la primera sesión abrió con la necesidad de expandir las rutas y las escalas, ya que el negocio va viento en popa y cada vez hay mas pasajeros. Tanto así que en los astilleros de cruceros hay fila de espera, y en los próximos ocho años se botará uno de estos pueblos flotantes cada 39 días.
Allí se encuentran pocos representantes: los que asisten son los altos cargos de asociaciones y empresas del sector: navieras, puertos, proveedores y directores de márquetin son algunos de ellos. El debate es abierto, transparente y sobre todo, franco. No vienen a quedar bien con nadie ni a decir lo que se quiere escuchar. No se utilizan palabras de la jerga política como coyuntura o entramado, aquí se viene a hablar claro y a encontrar soluciones. Este colectivo se ha dado cuenta, hace mucho, que mejor compartir que ir solos dando tumbos y manotazos de ahogado. Han creado, por ejemplo, un método de control de calidad de las vituallas que se reciben a bordo para poder comprar en cada puerto lo más conveniente y beneficiar la economía local. Y lo mismo hacen con reparaciones, excursiones y transporte en tierra.
Uno de los panelistas era Tom Boardley, secretario general de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) a la que pertenecen la mayoría de las navieras del sector. Fue director internacional del Lloyds Register de 2009 a 2018 y lleva 40 años en cargos directivos en empresas marítimas de todo el mundo. Habló de la necesidad de extender el número de escalas, de encontrar nuevas excursiones, de construir nuevos buques y de la reciente reapertura de Turquía y sus escalas y la nueva legislación internacional sobre emisiones polucionantes que afecta tanto a los motores principales como a los generadores.
En su presentación sobre el buen estado del negocio internacionalmente, expresó que “vamos allí donde nos quieren” para garantizar escalas sin problemas, una buena logística local, y la mejor experiencia para los pasajeros.
Cuando los panelistas terminaron con sus presentaciones y llegó el momento de las preguntas, se le preguntó si ya había una estrategia para contener el descontento que algunas ciudades ya comenzaban a mostrar por la saturación turística proveniente de los cruceros, si había un plan para ese “vamos donde nos quieren” antes que el número de cruceristas sature la capacidad de una ciudad. Y entonces Tom Boardley, pilar internacional respetado y venerado, admitió que esa era una asignatura pendiente de la industria y que había que darle la atención que merecía.
En Palma somos visionarios en esto. Ya hubo mal rollo y manifestación contra los cruceristas, se iniciaron pruebas de distribuirles en varios puntos de la ciudad, y en el programa electoral de MÉS ya se plantea limitar las escalas de los cruceros. Con esa poca experiencia ya vamos por delante del montón. Tenemos la fantástica oportunidad de desarrollar una fórmula de densidad máxima de turistas de crucero que una ciudad puede absorber. Tonto sería no hacerlo. Eso sí: a la autoridad portuaria no la tengan en cuenta, ya que lo que no les conviene se lo pasan por el forro.