El mes pasado asístí al foro sobre la seguridad en la náutica, muy bien organizado por Gaceta Náutica y la Autoridad Portuaria. Estaba el presi de la APB, señor Sanz, que además de interesarle y tener mucha experiencia en el tema a tratar, apoya estos eventos incondicionalmente. Creo que en algún momento se han juntado el karma humano de Javier Sanz con el literario del Quijote, y tenemos la suerte, después de haber sufrido mucho, de beneficiarnos de ello.
Asistieron también el director de APB, Antoni Ginard; el capitán marítimo, José Escalas, y el conseller del Mar, Juan Manuel Lafuente. Seguro que hubo otros, pero no los vi o no los conozco. Forasters hubo lo suyo, y de peso pesado. Me sorprendió ver al director general de la Marina Mercante, Gustavo Santana, un cargo muy importante pero al que nadie quiere, ni los marítimos ni los nautas, a los que se nos ha enchufado hace tiempo en un cajón de su escritorio.
Debe haber sido una sensación como romperse el aire acondicionado del despacho en verano, mientras la tercera parte de los funcionarios están de baja y Fomento retira otros tantos por necesidades estratégicas. Esta situación no es fruto de mi frondosa imaginación, la vivi yo en una visita a la DGMM en 2022. La náutica la llevan los técnicos, ninguno de los cuales tiene experiencia con embarcaciones.
La desastrosa política española cambia un DGMM que llevaba años y había mamado la realidad del puesto, inclusive la náutica, por alguien que tiene que empezar de cero. Los ingenieros navales y oceánicos no tienen idea del día a día de lo marítimo y lo náutico. Por suerte, ANEN y las federaciones colaboran mucho y sugieren y corrigen y minimizan el devastador efecto de la ignorancia. Os cuento esto para que os hagáis una idea de lo que en un evento así se cuece entre bambalinas. No estoy criticando, estoy explicando una realidad.
Comenzó el evento con una ponencia de un capitán de la Guardia Civil, que explicó en un idioma clarísimo y comprensible por todos, cómo y porqué había que tener cuidado al salir en barco. Casi me emocionó que alguien con tanta experiencia pudiera explicar claramente cómo llevar la seguridad a bordo.
La intervención de Marina Mercante resultó predecible y algo monótona. En estos eventos hay que traer lo técnico al nivel del posible usuario. No importa el tonelaje, eslora y la potencia de una embarcación de rescate, sino cuánto tarda en llegar de Palma a Cala Ratjada o de Sóller a Cala San Vicente, y cuántos rescates hizo cada una de ellas el pasado año y en qué áreas. Hoy, con Marine Traffic, ese histórico se recibe muy simplemente.
La primera mesa de debate comenzó muy bien, pero derivó enseguida a una discusión bizantina sobre las normativas. Una lástima, porque daba para mucho más y los participantes eran muy buenos. Este es un vicio que tenemos en España: en vez de buscar una solución factible buscamos cuál normativa lo impide.
La última mesa estuvo muy bien, con participantes activos en la náutica y ejemplos claros y verídicos del día a día. A mí se me quedó la gana de aportar algo: al subir a una embarcación debemos olvidar esa soberbia de rey de la creación que los latinos llevamos dentro. Al zarpar, por mas experiencia que tengamos, estamos a merced del mar de muchísimas maneras. Es el mar quien decide, y nos toca estar atentos, que puede uno divertirse igual. Al mar no lo controlamos, hacemos que nos tolere. Hay que tenerlo en cuenta.