LA TRIBUNA DE LA MAR

MIGUEL FÉLIX CHICÓN RODRÍGUEZ

Nacido en Tánger en 1960, las travesías del Estrecho de Gibraltar realizadas siendo niño le dejaron un poso que le llevó a cursar, años más tarde, estudios de capitán de la marina mercante en Palma y Barcelona. Desde 1978 hasta 1994 navegó como oficial en buques petroleros, en frigoríficos, como alférez de fragata en la Armada española y ejerció el mando de buques de pasaje, de tipo ferry y embarcaciones de alta velocidad. Fue jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Palma desde 1996 hasta 2022.

El Mestral

Cuando, hace ya meses, empezamos a hablar de la Rosa de los Vientos, comentamos que para entender el origen de los nombres que los vientos recibían en el Atlas de los Cresques debíamos considerar como punto central del Mediterráneo, del Mare Nostrum, el que ya en su día era la referencia para los romanos, un punto imaginario situado entre Sicilia y Creta.

Y hago referencia a ello porque, tal vez, sea el mistral el nombre que más nos acerca a Roma. Si nos situamos en ese punto imaginario comprobaremos que Roma está justo al noroeste y ¡qué mejor referencia geográfica que la ciudad más importante del imperio para dar nombre a un viento! Pero la palabra latina de la que deriva mistral en castellano y francés, mestral o mestre en catalán, mistrau en provençal, maestral en italiano o majjistral en maltés, es la palabra latina Magistral formando un todo con Magistral Pentium, la Soberana de Gentes, expresión con la que se referían a la metrópoli y cuya importancia era de tal envergadura que incluso da nombre al viento.

En la antigua Hellas el mistral se conocía como Skirion, o Coro, uno de los Anemoi Thuellai, dios del viento del noroeste frío y seco, asociado directamente con el invierno y representado en la Torre de los Vientos como un hombre alado, viejo y barbudo, despeinado, vestido con una túnica y que entre sus brazos lleva una vasija de bronce de la que va esparciendo cenizas. 

Es curioso que haya crónicas romanas que nombran al viento del noroeste como cercius o circius, origen de la palabra cierzo, que es como se nombra a este viento en el Valle del Ebro. Los romanos lo consideraban como propio y varios autores discrepan del origen de la palabra. Gelio (siglo II d.C.) indica que su origen podría ser circus, en el sentido de remolino, por lo fuerte que puede llegar a soplar.

Sin embargo, Isidoro sitúa a cercius cerca de Coro, el viento del noroeste de la Torre de los Vientos  para los helenos. Circius siguió siendo conocido y recogido en documentos notariales, no solo en el Valle del Ebro, sino en más regiones Hispanas e incluso en la Galia Narbonense hasta bien entrada la Edad Media, refiriéndose con ese nombre al viento proveniente del  no-roeste que sopla en esas regiones. No obstante, el cierzo no deja de ser un viento local cuya dirección puede variar dependiendo de nuestra ubicación, pudiendo prestarse a confusión. Tal vez por ello en la primera Rosa de los Vientos diseñada por los Cresques el nombre representado es el de Magistro y con una M se ha dibujado siempre en las cartas, desde entonces, el noroeste. 

Llegados a este punto me asaltan dudas. Tal vez, y debido a que el mistral es un viento bastante predominante, pudiera haber recibido este nombre al ser considerado como el viento «maestro». De hecho, en latín magistro es maestro y es la palabra que precedía a toda profesión para señalar a la persona más experta: magister equitum (jefe de la caballería), magister militum (jefe militar supremo), magister officiorum (alto funcionario).

Es la palabra con la que llamamos a quienes nos enseñan, nuestros maestros, y con ella definimos las partes más importantes de una construcción: cuaderna maestra en un barco, pared maestra en una casa... Pero son solo eso, dudas; la lógica nos indica que el punto de referencia para señalar ese viento en la Rosa de los Vientos es Roma. No le quitemos protagonismo a la Magistral Pentium; a fin de cuentas siempre hay que rendir tributo a la Metrópoli.

Hemos circunvalado por completo la Rosa en esta travesía y he intentado analizar sus ocho vientos principales. Hay muchos más, dignos todos ellos de estudio, pero estos son los principales y los representados en las cartas. A través de su conocimiento quizás podamos entender algo mejor su esencia y eso nos ayude a dar el rumbo adecuado, aunque para ello debemos saber dónde queremos llegar. Ningún viento es favorable a quien no sabe a qué puerto arribar.
 

La pacotilla

En la Carrera de Indias y en la del Pacífico los tripulantes complementaban su buen sueldo con artículos para comerciar tanto al llegar al destino como en el regreso

Universidad de mareantes

La imagen de los marinos como un colectivo de rudos analfabetos no se corresponde con la realidad. ¿Cómo explicar, si no, el éxito en la construcción de los buques y su navegación por los océanos?

La estabilidad en los galeones

Estabilidad de un buque: propiedad que este tiene de recuperar su estado de equilibrio inicial (adrizado) cuando un elemento interno o externo (mar o viento) hace que lo pierda.

Las bombas de agotar

Las bombas de achique eran desde el comienzo de los tiempos de la navegación hasta la actualidad un elemento vital en la equipación de los barcos

La aguja de marear

Sobre el siglo XII ya se utilizaban agujas magnéticas colocadas sobre un flotador en una vasija con agua para dar los rumbos en navegaciones largas

El timón de codaste

Su invención revolucionó la navegación y realizar travesías con un mínimo de garantías. Hasta entonces los barcos se gobernaban con los remos.

Cuatro cuartas y través

Teorema de Pitágoras: En todo triángulo rectángulo, la longitud de la hipotenusa es igual a la raíz cuadrada de la suma de las áreas de los cuadrados de las respectivas longitudes de los catetos.

Los mártires de Nagasaki

Hideyoshi, unificador de Japón, condenó a una cruel muerte a 26 cristianos, 17 laicos japoneses, tres jesuitas japoneses y seis franciscanos pues temía que la evangelización fuera el paso previo a la conquista española

La seguridad a bordo

Medidas operativas, invocaciones, supersticiones y rituales se mezclaban antaño con el afán de garantizar la supervivencia frente a la furia del océano

La vida a bordo de una galera del siglo XVI

Pesca, juegos de naipes (aunque estuvieran prohibidos), representaciones teatrales, belenes y lecturas en voz alta de libros de caballerías amenizaban las duras condiciones de los marineros.

La peste de las naos

El escorbuto causó más muertes que cualquier naufragio o batalla en las travesías de las naos que se prolongaban durante meses - James Lindt encontró el remedio contra la enfermedad: la vitamina C

El Galeón de Manila

El primer tornaviaje Andrés de Urdaneta genera lo que puede considerarse la primera línea marítima regular conocida, que une tres continentes durante 250 años

El motín del San Jerónimo (y II)

Lope Martín quiere abandonar en el atolón de Ujelang a los que considera sospechosos de no apoyarle, pero las cosas no salen como pretende

El motín del San Jerónimo (I)

Es evidente que Lope Martín, piloto del San Jeróniimo acusado de deserción, no desea llegar a Filipinas y que su objetivo es dirigirse a la China para dedicarse al pirateo

El tornaviaje

La expedición de Urdaneta logra al fin establecer el Tornaviaje en 1565 y comienza así la primera línea regular conocida, el Galeón de Manila, que unió durante 250 años las costas de México y Filipinas

Las Filipinas

Ruy López de Villalobos mandó la expedición con trágico final para él en la que dio nombre a las islas del gran archipiélago asiático en honor del entonces hijo del emperador Carlos I

La guerra de las especias

Tras la muerte de Loaísa y Elcano, la figura de Andrés de Urdaneta se revela como decisiva por sus dotes de negociación con los indígenas, mientras las dinastías española y portuguesa habían pactado ya la cesión de las Molucas a la corona lusitana

La odisea del Santiago

Este patache de no más de 20 metros de eslora recorre todo el litoral pacífico americano hasta llegar a Nueva España (México)

La expedición de Loaísa

El emperador Carlos I decide armar una flota al mando de Frey García de Loaisa, formada por siete barcos y unos cuatrocientos cincuenta hombres

Juan Sebastián Elcano

Solo 18 hombres, por fin llegan a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, totalmente desfallecidos, demacrados, habiendo completado la circunvalación de la Tierra

Ortodrómica

Finalmente, la Trinidad debe quedarse en las Molucas para reparar una vía de agua en la sentina y la Victoria zarpa sola para regresar a España cargada de especias surcando el Índico y bordeando las costas africanas

Magallanes

El almirante, convencido de que la Armada de las Especias es casi invencible frente a los indígenas, urde un plan para someter al jefe Celapulapu. Reúne un grupo de solo 50 hombres con él al frente para enfrentarse a 1.500 guerreros armados con lanzas de caña

El mar del Sur

Encontrado el deseado paso entre el Océano Atlántico y la Mar del Sur, Magallanes y su menguada armada de tres naos comienzan una de las más duras, largas y terribles travesías afrontadas por el ser humano

La Armada se deshace

El testimonio del piloto de la San Antonio, tras amotinarse y regresar a España, hace que se dé por perdida para siempre la Armada de las Especias y por fracasado el intento de hallar un paso que una Océano Atlántico y Mar del Sur

Motín (I)

¿Qué podía impulsar a un grupo de hombres a amotinarse contra la autoridad establecida por el rey aun a sabiendas de que el castigo era la muerte?

Primus circumdedisti me

En 2022 se cumple el quinto centenario de la primera vuelta al mundo. Así eran las naos que emprendieron la travesía y los hombres que las tripulaban.

Gente de guerra y de pluma

El cabo lombardero estaba al cargo de las culebrinas, falconetes y pedreros, mientras que los arcabuces y resto de armas eran responsabilidad del mayordomo de artillería.

Gente de cabo

Contramaestres, barberos, carpinteros de ribera, calafates, remolares, boteros, proeles, timoneros y alguaciles eran algunos de los especialistas que poblaban las tripulaciones de antaño

La chusma

La RAE la define, en su primera acepción, como «conjunto de galeotes que servían en las galeras reales». Así era la vida a bordo de aquellas embarcaciones.

El Ponent

Cada puesta de sol era admirada, pero no era capaz de ver el rayo verde. Tampoco es que tuviese mayor importancia, pero es cierto que me generaba dudas hasta de su existencia

El Llebeig

El viento del sudoeste para los helenos, uno de los Anemoi Menores, estaba representado en la Torre de los Vientos de la Acrópolis ateniense como un joven alado, sin barba, que controla el timón de un barco.

El Migjorn

En la Torre de los Vientos de la Acrópolis los helenos llamaban al viento del sur Notos, el portador de la lluvia

El Xaloc

El amanecer de Sirius por el sureste, por el xaloc, ya era muy celebrado por los egipcios, que la consideraban el Ojo del Cielo.

El Gregal

Tenemos que considerar su origen latino y situarnos en un punto imaginario central del Mare Nostrum: es el viento que sopla desde Grecia

La Tramontana

El único viento con nombre femenino, que deriva del latín transmontanus, de más allá de las montañas, ya sean los Alpes o los Pirineos

La rosa de los vientos

Su invención se atribuye al mallorquín Raymundus Llullius (Ramón Llull), quien se basó en trabajos descritos en el Libro II de Geografía Física, de Plinio El Viejo

‘Navigare necesse est’

Ahora que estamos capeando un duro temporal seamos, más que nunca, consecuentes con ello y naveguemos con determinación para arribar todos a buen puerto. Es hora de navegar, es necesario.