Voy a compartir una reflexión con usted, lector, y tal vez por su conocimiento del tema podrá decidir si hay algo de cierta en la misma.
No deja de ser triste el panorama que, desde hace años, y últimamente con mayor intensidad, estamos viviendo en nuestra comunidad, con la renovación de los clubes náuticos dependientes de la Autoridad Portuaria.
Hace unos pocos años vimos desde detrás de la barrera cómo desaparecía el Club Marítimo Molinar de Levante, el más antiguo de Baleares. Las asociaciones correspondientes hicieron su trabajo, pero ¿dónde estábamos la masa social náutica de nuestra comunidad?
A nadie se le escapa que la ley no reconoce la singularidad de los clubes y que algo falla; no puede ser que haya problemas tras cada adjudicación, sin obviar tampoco el hecho de que detrás de todos estos asuntos, en las altas instancias, se “mueve mucho bacalao”. Pero tampoco hay que infravalorar el papel de los ciudadanos: tenemos la facultad de atemorizar al poder y a los políticos, capaces de disfrazar la realidad de cualquier cosa, y encima intentar darle apariencia real.
Les pongo dos hechos de nuestros días, que atañen a dos de los temas más candentes de nuestra sociedad.
La vivienda. Alguno de ustedes, o algún conocido suyo, tal vez tenga algún inmueble vacío. Cuando le pides si lo quiere alquilar, si no necesita este ingreso mensual, te dice completamente convencido que no.
El desempleo. La pizzería de abajo de mi domicilio, a principios de temporada, exhibía el siguiente letrero: “Cerrado por falta de personal”. Ahora ha abierto, pero al 50% de su capacidad, por no haber podido encontrar todo el personal que necesitaba. No olvidemos el nivel de desempleo actual.
Los políticos nos venden sus supuestos esfuerzos frente a estos dos asuntos, pero la realidad es que legislan para contentar únicamente a los suyos, con normativas injustas y parciales, y con ayudas clientelares. Es la prueba de que si detrás hay votos, todo es posible en política. Hasta la promulgación de leyes que van contra el sentido común y que lejos de resolver ciertas situaciones, las empeoran.
Ya sabemos cómo la náutica social de nuestra comunidad es tratada por el Govern. Permítanme que no me extienda entrando en detalles: se pueden dirigir a artículos anteriores de un servidor en este mismo blog. Pero la verdad es nunca ha habido una respuesta. La masa náutica social no se movilizó cuando perdimos nuestro club más centenario y, “voila”, ocurrió lo que cabía esperar: si los políticos no perciben ninguna amenaza en las urnas, no van a desgastarse por un asunto que no les reporta nada.
Ya sabemos que hay leyes que rigen estas concesiones, el “bacalao que está en juego”, pero mire que pasa con los casos de la vivienda y el desempleo, con lo importantes que son, pero no tenemos leyes justas que incentiven el alquiler a los particulares, ni tampoco mecanismos que no permitan que, habiendo trabajos, tengamos el nivel de desempleo que tenemos.
Desde el poder se hace lo más inverosímil para no perder adeptos, o captar nuevos. La reflexión es que con una respuesta social dimensionada cuando sucedió lo del Club Marítimo Molinar de Levante, los políticos con capacidad de hacer cambiar las cosas actuarían seguramente de otra manera (créanme que sólo los asociados a los clubs náuticos ya somos una masa social importante) y algo hubiera podido cambiar. Pero para eso deberíamos despertar; no olvidemos que cuando un músculo no se ejercita, pierde masa y fuerza.
Estaría bien que nos activáramos algún día, y dejar de ser el eterno músculo dormido de la náutica social.