La dinámica actual en temas medioambientales está un poco deteriorada. No nos debe extrañar que los ciudadanos estén cada vez más desengañados de todo este tinglado. Tal vez se tendría que escuchar a más técnicos, científicos y ecólogos, y a menos salvadores. La realidad y los hechos son argumentos irrefutables, y la gente acaba viendo con claridad de qué pie cojea cada uno. Este hecho no deja de ser penoso, ya que la sociedad balear tiene mucho que agradecer a entidades que en su día defendieron posturas y acciones de las que los ciudadanos no eran lo suficientemente sensibles.
Somos una democracia joven, que escoge el camino más sencillo: repartir cargos a cambio de los votos para poder legislar. El esfuerzo y la madurez democrática para poder llevar a cabo acciones de gobierno equilibradas y con largo recorrido temporal, como sucede en otros países europeos, es un tema al que nuestro país aún no ha llegado. En Baleares tenemos una política medioambiental regida por la opción que eligió una de cada diez personas que votaron, pero que no compartían los nueve restantes. Un hecho legítimo, aunque no hay duda que no era el deseo de las urnas.
Intentar hacer oír lo que es la voz del 90% de los votantes que tienen otra visión de la gestión medioambiental no es sencillo, pero no por esto hay que desfallecer y seguir reivindicando el sentido común y que todos cumplamos las leyes. Actualmente, en el tema del medio marino todo gira alrededor de la posidonia. Cinco pinceladas simplemente para aclarar a qué nos abocan este tipo de ‘intercambios políticos’:
1.- ¿Por qué se permiten los vertidos de emisarios sobre praderas de posidonia?
En el primer borrador del Decreto, que supuestamente era para proteger la planta, estaban prohibidos, pero el Govern lo eliminó del texto final. Esto no dio origen a ninguna de las pancartas reivindicativas a que estamos acostumbrados a ver en otros casos.
2.- ¿Por qué lo eliminó?
La justicia dio claramente la respuesta en la sentencia 248/2021, donde el juez pone de manifiesto que era una norma que nacía recortada, ya que no se adoptan medidas para el control de una de las principales amenazas: los vertidos, y añadía el porqué: «sin duda por la implicación de la propia Administración en tales vertidos». Silencio y un nivel de desvergüenza política inimaginable. Desviaron la atención: «podremos seguir sancionando».
3.- ¿El Parlament Balear votó en contra de contemplar los vertidos en la normativa que estaba elaborando?
Sí. El 8 de mayo de 2018, antes de la aprobación del Decreto, se instó al Govern a que esta normativa regulase los vertidos (cuarto punto), y a que esta norma tratara todas las amenazas por igual, tanto públicas como privadas (punto cinco), y en ambos casos los partidos Mixt-Seijas, Mixt GxF, MÉSxMenorca, MÉSxMallorca, Podem y PSOE votaron en contra. La posidonia y lo de que todos somos iguales ante la ley, arrasados por intereses políticos.
4.- ¿El Govern defiende la posidonia?
La defiende siempre y cuando sean los ciudadanos los que la dañen. Un emisario como el de EMAYA, no autorizado, que según el SEPRONA ha dañado 2.000.000m2 de praderas de la planta, no ha recibido sanción alguna, mientras que sí he ha multado a ciudadanos por una mala práctica de fondeo que podría dañar a la planta. Es curioso que 1m2 escandaliza y 2.000.000m2 se silencian.
Esto son hechos, no opiniones ni suposiciones interesadas; a partir de aquí los ciudadanos debemos juzgar. Como se puede ver, el Govern intenta esquivar el cumplimiento de su propia normativa; partidista, farragosa, complicada y en la mayor parte de los casos prohibitiva para el ciudadano. No tan sólo en temas náuticos, basta ir a la hemeroteca del 21 de enero de 2021, del periódico Ultima Hora, donde se hacía referencia a un cambio legislativo: «El IBANAT podrá desarrollar actividades y hacer obras en suelo rústico sin licencia». Lo que se le exige a un propietario que desee realizar alguna actuación en suelo rústico, el propio Govern se exime de cumplirlo en las fincas de su propiedad.
Como podrán observar, hay razones para defender otro tipo de gestión medioambiental. Hacen «leyes pioneras» que, como todo lo que lleva ese adjetivo, implica señalar al ciudadano como culpable, prohibiéndole, restringiéndole y poniéndolo en el punto de mira de todos los males, a la vez que el Govern con igual o más responsabilidad en estos temas, intenta esquivar el cumplimiento de sus propias normativas.
Pero no desfallezca si usted es uno de estos nueve que tiene otro punto de vista, y cree que los ciudadanos debemos ser parte de la solución, más que el origen de todos los problemas. Como puede ver, los hechos le dan la razón. Por eso, endavant!
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