Inicié singladura en este rincón marinero del botón de ancla de Gaceta Náutica recogiendo la frase de Temístocles «quien domina el mar, domina todas las cosas».
En España nos hemos olvidado de esto, cuando precisamente ahora más que nunca es imprescindible hacer valer la presencia y pujanza naval en un tablero internacional donde la hegemonía occidental de las libertades democráticas, de la economía de libre mercado, de las libertades individuales de clara raigambre cristiana, se está poniendo en entredicho de forma constante. Y lo hacen países de envergadura: China, Rusia, Irán o incluso Turquía, que sigue siendo –al menos formalmente– aliado de occidente en la OTAN.
La exploración turca de gas natural frente a las islas de Rodas y Castelórizo del Mediterráneo oriental es un nuevo frente. Grecia considera la exploración ilegal, pues esas aguas están en su Zona Económica Exclusiva (reconocidas por la Unión Europea).
Todo ello ha provocado un cruce de avisos a navegantes Navtex, advirtiendo los unos de maniobras con fuego real en la zona y las exploraciones del gas, y emitiendo los otros avisos a navegantes que declaraban ilegales los Navtex del contrario. Tan lejos llegó la cosa que Francia optó por dar apoyo a Grecia, siendo que finalmente tuvo que retirar sus buques de la operación Sea Guardian de la OTAN, donde se hallaban también encuadrados buques de Turquía, pues tras momentos de alta tensión, los buques de guerra turcos encendieron sus luces de radar tres veces hacia el Courbet, buque francés en la zona, sinónimo de estar apuntando con el armamento pesado de a bordo, en real. Turquía ha negado la versión francesa.
La sensación en España es la del alumno que deja de hacer los deberes viviendo cándida y felizmente, hasta que la realidad llega de golpe y sitúa al alumno con los suspensos categóricos que van regando su expediente. España, creadora de la Diplomacia entre Estados, está hoy por hoy relegada a ser país meramente espectador, sufridora de la incompetencia y cobardía de nuestra clase política dirigente.
El Brexit, la colonia de Gibraltar (que seguirá in eternum por culpa de estos incompetentes), la controversia de nuestras aguas con Argelia en Cabrera y con Marruecos en Canarias por la riqueza petrolera o de yacimientos ricos en telurio y cobalto para la fabricación de coches eléctricos o paneles solares, están detrás de estas decisiones.
La falta de peso en Europa con las euroórdenes de detención y una Bélgica que se chotea de nosotros (luego muchos abanderan sus embarcaciones en ese país por conveniencia, vergüenza como español debería de dar el llevar esa bandera a popa), son datos claros de que por este lado del mundo las cosas no pintan bien. Añádanle a esto una pandemia sanitaria mundial y ya tiene el cóctel explosivo perfecto.
Un vecino nos da lecciones: con la pandemia tienen la situación más controlada que nosotros. En la mar desde 2013 Portugal trabaja en la estrategia que han venido en llamar «Mar Portugal», de ampliación territorial marítima, como parte de la «Estratégia Nacional para o Oceano» (ENO) 2013-2020. Y es que en Portugal, ya con el gobierno de António Costa –un socialista, por cierto– se creó en 2015 el Ministerio del Mar, con autonomía total para gestionar los recursos de pesca, marina mercante y todos los asuntos marítimos. Ahí es nada.
Francia, Grecia, Portugal... ¿Y España? España ni está ni, por desgracia, se le espera.
¡Qué lejos nos queda todo esto!