Hace poco llevamos una Fjord 52 de Ca’n Picafort a Santa Eulària. Fue un día perfecto para cualquier actividad marítima/náutica menos la vela: el mar era un espejo y, tan solo llegando a Ibiza, se levantó un ligerísimo viento.
Bajando por una costa norte ya verde y exuberante, tuve una revelación. Las dos cosas unen a la gente del mar (pescadores profesionales y amateurs, submarinistas, los que aman el viento y los que van a motor, incluso los que reman en kayaks o en gusis es una moneda cuyas caras) son la fe y la despreocupación.
Teníamos un horario de salida, habíamos revisado varios partes, sabíamos a qué velocidad navegaríamos, pero no compramos billetes de vuelta a Mallorca hasta que amarramos y lo dejamos todo adujado. Íbamos a 25 nudos con un mar que era una balsa de aceite y nos cruzamos con gente pescando en minúsculas neumáticas a más de una milla de la costa. Vimos gente en kayak a una distancia más que respetable entre Cala San Vicente y Sa Calobra, sin ningún sitio donde resguardarse si cambiaba el tiempo. ¡Ah, el Mediterráneo siempre impredecible!
Con esta mentalidad, a medio camino entre la fe -la seguridad o confianza en una cosa, deidad, opinión…- y la despreocupación -la carencia de temores, no anticiparse por algo que va a ocurrir- ha habido gente que salió de Fenicia para llegar a Cartago, se ha cruzado el Indico de Etiopía a Malaka o, sencillamente, se ha salido a remo de Portocolom para pescar sin ver tierra y volver. Seguro que esta dualidad tiene un nombre griego, habrá que buscarlo.
Bajo este concepto esperamos que el motor arranque, que el ancla agarre o que este sea el bordo bueno. Seguro que se puede aplicar un método científico para todo esto, pero el mar perdería su gracia, algo que Joseph Conrad anticipó cuando llegaron los barcos a vapor y su puntualidad en las arribadas y en las partidas.
Es una lástima que esta idea que nos identifica no nos una para hacer frente al rodillo de leyes y normas que nos imponen los terráqueos. Un año más tendremos fe (o despreocupación) con los fondeos, la degradación de alguna bahía o con aquellos que no merecen ser considerados navegantes. Tendremos fe en que todo pasará, despreocupación porque total son un par de meses y luego se olvidarán de nosotros hasta la siguiente temporada.