El último Consell de Govern ha aprobado las nuevas reservas de ses Bledes y Es Vedrà-Vedranell. Foto: Adobe Stock
¡Pues ya estamos de campaña electoral! Unos pronostican que habrá cambio de gobierno y otros aseguran que todo seguirá igual. Mientras, tanto unos como otros prometen mucho. No tardaremos en comprobar si esas papeletas en las que marcamos cada vez con menos ilusión nuestro voto se convierten en papel mojado en cuanto termine el recuento oficial.
Mientras, la tónica partidista general no presenta grandes cambios: promover el turismo, vivir del turismo y perjudicar al residente balear teniéndolo controlado, contenido y demonizado en favor de eso que llaman “turismo de calidad” vendiendo en el exterior Baleares como un paraíso diseñado, según parece ser, para nuestros visitantes, no para nosotros.
Salta a la palestra Ports IB con su plan general de puertos recientemente aprobado. No concederá ampliaciones a puertos deportivos. Ya sería mucho que se hiciese cargo de lo que tiene que mantener: esas rampas de varada en pésimas condiciones que cobra a sus usuarios, obligándoles a pagar una rampa privada.
Durante todo el invierno no se ha podido utilizar la rampa de s'Estanyol. En un primer momento Ports IB afirmó que era necesario realizar unos trabajos de mantenimiento que se prolongarían tres semanas. ¡Finalmente han sido cinco meses! Y ni siquiera han quitado las algas que convierten en peligroso cualquier movimiento. Si llamas para reclamar te ofrecen una rápida solución: “Utilice otra rampa” ¿Por qué? Si estamos pagando por el uso de esa rampa ¿por qué motivo deberíamos utilizar otra? ¿nos van a devolver el dinero que ya hemos perdido por no poder utilizar la de s'Estanyol?
El PP, que aspira a gobernar en Baleares, ha hecho a los pescadores recreativos muchas promesas en reuniones y mesas de trabajo. Si gana las elecciones, será el momento de ver si son honestos o endebles. ¿Resistirán las presiones que les llegarán desde la pesca profesional y los centros de buceo?
Es imposible saberlo, así como es imposible saber quién se llevará al final el gato electoral al agua. Sin embargo, sí podemos intuir que los cien mil pescadores recreativos que practican esta afición con más o menos asiduidad en Baleares, parecen receptivos a un cambio de gobierno al contemplar cómo con los actuales mandatarios se acercan en lontananza ampliaciones de reservas o nuevas prohibiciones como la reciente ocurrencia de los posicionadores dinámicos.
La gestión actual de las reservas de interés pesquero, conocidas popularmente como reservas marinas, no tiene como finalidad proteger y hacer prosperar flora y fauna marina. El objetivo real es que los profesionales puedan seguir faenando en esas zonas sin que otros puedan pescar en la misma. Las restricciones o prohibiciones son para el pescador recreativo, no para el profesional. ¡Cuantas veces hemos visto calar las redes de arrastre justo donde termina la zona de reserva!
¿Ha pensado algún político que si se quiere realmente preservar la fauna sería una buena idea ampliar las reservas a más profundidad para salvaguardar las especies que crian a más agua? Tal vez es pedir demasiado que los estudios sean realmente objetivos y no se encarguen a asesores cuyo único interés es cobrar la minuta refrendando el criterio que le interesa al político de turno, aunque esto no sea muy científico.
Furtivismo y selectividad. Estamos cansados de escuchar siempre los mismos argumentos contra la pesca submarina. Es absurdo utilizarlos solo contra esta actividad cuando es evidente que afectan igual o más a otras modalidades de pesca recreativa o profesional.
El furtivismo es una excepción en la pesca submarina y no se puede culpar a todo el colectivo por algunos individuos que degradan y manchan al resto de pescadores. También hay furtivos o actividad ilegal en la pesca profesional y a nadie se le ocurre identificar a todo el colectivo con esas excepcionales irregularidades.
La pesca submarina es la más selectiva porque es la única en la que el pescador ve lo que va a capturar. Eso debería ser bueno, pero surge el argumento falaz de que capturar peces grandes deteriora la capacidad reproductiva de las especies. ¿De verdad? Volvamos a aplicar ese criterio al resto de modalidades de pesca y comprobemos que esa percepción negativa desaparece.
Las reservas marinas deberían ampliar la zona real de protección, la denominada reserva integral, y todos los actores implicados (recreativos, profesionales, centros de buceo, navegantes…) deberían participar en una mesa de trabajo para decidir de manera consensuada cuál es la manera más justa, objetiva y científicamente respaldada de gestionarlas.
No es justo que solo se incluya en las mesas de trabajo a centros de buceo y profesionales decidiendo el futuro de las reservas marinas, cuando ellos son los que más se lucran con lo que nosotros consideramos que son falsas zonas de protección. En nuestra opinión las reservas de interés pesquero solo sirven para privatizar recursos que deberían ser accesibles a todos los ciudadanos de Baleares. Pagamos impuestos que costean esas reservas y subvencionan los intereses de algunos sectores que se benefician de ellas a cambio de que nos prohíban jugar con las mismas reglas que el resto.
Señores políticos: el ecosistema, la fauna y la flora marina se protegen con más vigilancia sobre el terreno, no con reuniones en la que sentarnos con los representantes que más cómodos nos resultan. Pongan medios para acabar de verdad con el furtivismo en todos los ámbitos y a todos los niveles.
El colectivo de pescadores recreativos está muy decepcionado con nuestros dirigentes, los que mandan y los que pretenden mandar, dado que después de asistir a multitud de reuniones con estos últimos solo hemos visto reflejados en los programas electorales una ínfima parte de nuestras peticiones, que sí se preocupan de verdad, en el mar y no en los despachos, por el cuidado del medio ambiente.
No queremos pescar más, sino tomar medidas que son necesarias y que cuenten con respaldo científico para que la fauna se recupere y las reservas hagan honor a su nombre, en lugar de ser cotos privados para los pescadores profesionales.
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