“…Deseando partyr de las dichas yslas del Maluco…resolvimos, o morir, o con toda honra servir a Vuestra Magestad para hacerte sabidor de dicho descubrimiento, y partyr con una sola nave…” (extracto de la carta a Carlos V, Juan Sebastián Elcano)
Con la Victoria malherida por el temporal y la tripulación achicando agua constantemente, Elcano plantea la necesidad de hacer una echazón de la carga para aligerar la nave.
Consultada la tripulación, la mayoría decide que se debe continuar sin tocar la preciada carga de clavo. Logran hacer un aparejo de fortuna que sirve de trinquete y arrumban al noroeste, alejándose de las costas africanas. Pero la situación empeora a medida que se acercan al ecuador. Las encalmadas y el calor hacen estragos. El hambre, la sed y el escorbuto van diezmando la tripulación y veintidós hombres mueren en los dos meses que tardan en llegar a la altura de las Islas de Cabo Verde. Tras una nueva consulta a la tripulación, Elcano decide recalar en la isla de San Jacobo el 9 de julio para aprovisionarse.
Mientras esto ocurre, La Trinidad intenta regresar a las costas americanas del Pacífico aprovechando los vientos de poniente. Pero el desconocimiento de las corrientes, los duros temporales y el mal estado de la nao hacen que la tripulación se vaya diezmando y deban regresar hacia las Molucas, donde son apresados por los portugueses. Solo unos pocos conseguirán regresar a España después de pasar años en cautividad.
A bordo de la Victoria la situación no es mucho mejor. Tras más de cinco meses seguidos navegando, deben recalar en las Islas de Cabo Verde para conseguir provisiones. Para no levantar sospechas, Elcano urde una trama: dirán a los portugueses que navegaban en conserva con otras dos naos viniendo de las Américas, pero que un temporal les ha roto el trinquete, retrasándoles respecto a las otras dos. Mandan una primera falúa, que trae provisiones y la respuesta a una pregunta que les atribula desde hace tiempo: ¿en qué día viven? La sorpresa es mayúscula cuando los portugueses responden que es jueves mientras que para ellos es solo miércoles, ¡un día menos!. No es posible que todos hayan errado en una fecha. En seguida se percatan de que no hay error alguno.
Efectivamente, un círculo tiene 360º; si avanzamos hacia el oeste respecto a un meridiano, por cada grado avanzado veremos salir el sol cuatro minutos más tarde que en el meridiano de origen. Si circunvalamos la tierra, es decir, si completamos el círculo de 360º navegando hacia el oeste, veremos salir el sol 1.440 minutos (360ºx4) más tarde que aquel que hubiese permanecido en ese meridiano, o sea, 24 horas (1440:60) o, lo que es lo mismo, un día completo más tarde. Elcano y su tripulación habían visto salir el sol una vez menos que los que estaban en Cabo Verde. Queda así resuelta la paradoja de la fecha y su creencia de estar en pecado por no haber celebrado las fiestas en las fechas señaladas. Su único error es no haber sumado una fecha. Pero esta regla se empieza a aplicar a partir del establecimiento del meridiano de Greenwich como meridiano de referencia 0º y tomar el de 180º como la longitud donde hay que adelantar o atrasar una fecha según se navegue hacia el Oeste o hacia el Este.
Pero con la segunda falúa que envían, el ardid es descubierto por los portugueses. Trece hombres y la falúa son apresados. Elcano se percata e inicia una rápida huida para evitar ser apresados. Las corrientes y vientos desfavorables le impiden recalar en las Islas Canarias, remontando por el norte de las Islas Azores, y arrumbando ya hacia el Cabo de San Vicente empujados por vientos y corrientes más favorables. Achicando agua día y noche y con solo 18 hombres, por fin llegan a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, totalmente desfallecidos, demacrados, habiendo completado la circunvalación de la Tierra. Más parecen almas en pena que hombres, aunque pronto desmontan la mentira tramada por la San Antonio un año y medio antes. El 8 de septiembre fondean en Sevilla y todos van a postrarse ante la Virgen de la Victoria como muestra de devoción y agradecimiento.
“…Saberá tu alta magestad como somos llegado diez e ocho onbres solamente con una de las çinco naos que tu alta magestad enbió en descubrimiento de la Espeçiaría… Más sabera tu Alta Magestad lo que en más avemos de estimar y tener es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo, yendo por el oçidente e veniendo por el oriente.” (extracto de la carta a Carlos V, Juan Sebastián Elcano)