Los pasados 20 y 21 de junio se celebraron los diferentes solsticios que nos han regalado la astronomía, la historia y la tradición. Hablando claro y fácil, hemos celebrado el día más largo (luz diurna) y la noche mas corta. Ya veníamos sintiendo el calorcito de final de otoño, y ahora el comienzo oficial y astronómico del verano lo confirmaba. Este momento se festeja con vacaciones, fiestas y rituales, algunos relacionados con religiones y fertilidad. Nuestros ancestros (miles de años ha) veían desaparecer la nieve, florecer las semillas, encontrar más fácilmente la comida. Fueron evolucionando y se dieron cuenta de que, con los días acortándose, la vuelta de la temporada de frío era inminente.
La luna llena de junio se llamaba luna de miel porque era el mejor momento para cosechar la miel de las colmenas, y las bodas se hacían cuando la luna de miel. El nombre se mantuvo relacionado hasta hoy. Las hogueras de solsticio, como las de San Juan (que es una festividad pagana, no religiosa), eran sobre todo para darle más fuerza al sol, que a partir del solsticio iba haciéndose débil con los días más cortos, aunque también tenían propiedades purificadoras (mujeres y hombres saltaban sobre ellas).
Para nosotros, nautas de Baleares, este solsticio trae otro tipo de esperanza purificadora: la de un cambio de gobernantes muy esperado que llega con una enorme carga de esperanzas ansiadas por los gobernados y prometidas sobre todo durante la campaña electoral. Suena bien, aunque también sonaron bien aquellas promesas hechas hace años en campañas similares, y que seguimos esperando que se lleven a cabo. Futuros gobernantes, un par de sugerencias: 1) Ya sabemos que gobernar no es fácil, que cada día aparecen nuevos fuegos que deben apagarse, pero eso no es excusa: para ello sois gobernantes y deberíais estar capacitados para lidiar con las situaciones, o por lo menos esto es lo que pretendisteis hacernos creer; hay mucho que hacer, sobre todo cambiando decisiones erróneas tomadas en los últimos ocho años. 2) No hay duda de que gobernar es cuestión de establecer privilegios, pero malo es caer en que todo lo grande debe llevarse la atención completa: lo medio y lo pequeño es mucho más fácil de gestionar, y tiene también su importancia. Ya sabemos (trágico aprendizaje) que corregir las depuradoras lleva tiempo y una enorme cantidad de dinero, y que es necesario; pero mientras tanto, hay que resolver la cantidad de coches de alquiler (cantidad, tipo, combustible), intentar ir arreglando el desastre de gestión del Paseo Marítimo (incluyendo indemnizar razonablemente a los perjudicados), reparar la situación de los exámenes de los taxistas, y también de los navegantes, intentar llegar con Puertos del Estado a un acuerdo que nos permita tener una Autoridad Portuaria de la cual no avergonzarnos. Y sobre todo, explotar sosteniblemente lo bueno que tenemos (que es mucho) para su disfrute y beneficio por los baleares, que esta es su tierra, otros residentes aceptados y cuya mayoría se siente ya balear, y turistas, que nos guste o no, son quienes aprecian muchísimo nuestra tierra y nos dan de comer.
Sin embargo, no podemos pretender que (ningún) gobierno sepa todo desde el vamos, y menos en lo que se refiere a la náutica. Eso sí, por favor, no saquéis el comodín del «no tengo competencias», que cuando queréis, no os frena nadie, competencias o no. Ya sabemos que el «es complicado» será siempre el primer comentario. Debemos acercarnos e intentar ayudar. Será un riesgo calculado, y hay que hacerlo desde el «ya». Y también será la mejor inversión que podemos hacer.