
Los activistas con su pancarta mientras la tripulación intenta limpiar la pintura. Fotografía: Futuro Vegetal
Un par de descerebrados manchan con pintura el espejo del Kaos, yate de 110m de eslora, amarrado en el puerto de Ibiza. Acto seguido muestran una pancarta muy primitiva, quizás parte de su deseada imagen de pobrecillos indefensos ante la conspiración de los ricos contra el medioambiente.
El vandalismo se lleva a cabo dentro de la zona de acceso restringido en el puerto de Ibiza. Participé en dos concursos para ganar la licitación de explotación de ese muelle. En ambos casos se informó a la Autoridad Portuaria que debía instalarse una valla de separación a unos cuatro metros del cantil para generar la privacidad necesaria en la operación de la marina, y proteger al público de los movimientos de mercancías y técnicos que se da permanentemente en este tipo de amarraderos.
Se recibió un NO rotundo, todo debe ser libre y diáfano en el puerto. En el Moll Vell de Palma tuvimos la misma situación, y luego de sufrir un par de situaciones desagradables con borrachos queriendo subir a los yates, la misma APB autorizó, en 2016, a colocar una separación de cristal propuesta en 2011 que no bloquea la vista del público pero ejerce una eficiente protección de la zona de atraque. Palma 2016 sí, Ibiza 2022 no. Otra paradoja de la APB.
Quizás esta separación no hubiera impedido el vandalismo, pero lo hubiera demorado, y hubiera significado que los agresores invadieran una zona reservada, con lo que sería más fácil procesarlos. Todos tenemos el derecho a protestar, pero según unos límites preestablecidos, y dañar la propiedad estatal o privada es uno de ellos. Poco le puede importar monetariamente a la propietaria del Kaos lo que le cueste limpiar o repintar el espejo (aunque no será poco), pero uno de los vídeos que circulan muestran la enormidad del agravio: inmediatamente después de la pintada y mientras los activistas muestran su cartel, el yate larga amarras y se va.
Ese yate no se va de ese muelle: se va de Ibiza, y quizás no vuelva ni a Baleares. La noticia se ha extendido por el mundo náutico internacional: Ibiza no es segura como antes. Las consecuencias no serán inmediatamente drásticas, pero las habrá: hay que buscar puertos más seguros.
El Kaos estaba amarrado en una concesión otorgada por la APB, entidad que cobra un canon para permitir la ocupación y actividad en sus muelles. Al inicio de la entrada a esa sección del puerto, frente al café Mar y Sol, hay una garita de APB (Control Sur) verificando la entrada de vehículos al puerto. Por supuesto que esos policías portuarios (que no son policías, sino celadores) no pueden estar totalmente informados de lo que sucede en los cientos de metros de muelles a su cargo, pero lo que sí está claro es que está allí porque la APB sabe que debe controlar esa zona.
Una zona donde las concesiones otorgadas generan muchos millones de euros para sus arcas. La APB debería pagar la reparación por no haber protegido mejor el lugar al ser la responsable subsidiaria, y para lavar el nombre del Puerto de Ibiza. Pero una vez más, vemos que la APB hace pis contra el viento. Poco le importan los problemas de las concesiones. Quienes arrojaron la pintura han sido acusados de daños, y deberán pagar la reparación. Sabían perfectamente hasta donde se les podía acusar y no pasaron ese límite. Eso es premeditación, es lo mismo que ese grupo hizo en el aeropuerto, y habría que reprimirlo muy contundentemente, o sus próximas acciones serán también contra coches caros o propiedades.