La APB se opuso en su momento a la reducción de escalas de cruceros en Palma. Fotografía: APB / David Arquimbau
Últimamente, y creo que con mucho acierto, no sólo se ha debatido seriamente la necesidad de regular la cantidad de turistas para evitar la saturación (fenómeno socioeconómico), ya que recuerdo a los medios informando en abril, con un orgullo que hacían propio, que esta temporada iba a ser una de las de más ocupación turística.
Positivo en abril, negativo en junio, cuando nos mesamos los cabellos por la misma ocupación turística que elogiábamos dos meses antes. Me pregunto si será una nueva tendencia de marketing (el miedo a no conseguir plaza contra el miedo a ser invadido pasiva pero irremisiblemente, con todas las consecuencias que ello conlleva).
Los medios se jactan de transmitir pragmáticamente las noticias, pero al final son como una veleta (o mas náuticamente, una grímpola) que va hacia donde sopla el viento.
Un periodista amigo (de los buenos) me dijo hace unos años “Oscar, todo periódico tiene dueño” refiriéndose a aquellos que imponen qué noticia presentar y cómo presentarla. Triste, deprimente, pero es lo que hay, aquí en Mallorca, en España, y en el resto del mundo con contadísimas excepciones.
Sin embargo, se ha dado un paso muy positivo y hacia adelante: la creación del Pacte Social i Polític per a la Sostenibilitat de les Illes Balears. Este Pacto tiene pinta de tener una base bastante mas rigurosa que enchufar a quienes se le deben favores, amiguetes y cocodrilos partidarios, siempre al acecho de alguna presa fácil, que dentro del partido existe una lealtad con ellos mismos mucho mayor de la que deben a los ciudadanos (esto es común a todos los partidos).
Todo esto tiene un costo inmediato, y uno a largo plazo que es infinitamente peor. El Pacte Social y Politic analizará número de turistas por zona, y consecuencias directas e indirectas. Esto, en parte es querer redescubrir la rueda. ¿Por qué? Porque lo que “van a estudiar” ya esta estudiado, comprobado y confirmado. Les cuento: en 2016 era yo vecino de Toni Noguera, alcalde de Palma con el cual no estaba de acuerdo en muchas cosas, pero que nunca rechazaba charlar (y discutir) sobre Palma y los alcances de su gestión. Nuestras primeras charlas fueron sobre la Autoridad Portuaria (él estaba en el consejo) y reconocía no tener mucha idea de lo que pasaba. Yo había sido concesionario en el Puerto hasta hacía unos meses antes, y le fui contando cómo funcionaba el cotorro.
Miente, que algo quedará
Llegamos al tema de los cruceros turísticos, blanco fácil del Govern con un desconocimiento casi total del tema, pero es conocido el dicho “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. Toni me derivó, por mi afán de aportar algo al tema, a Biel Horrach, arquitecto del Ayuntamiento quien compartíó conmigo cifras interesantísimas de censo, como por ejemplo que la densidad turística entre Santa Catalina y la Catedral era de 20.000 turistas cuando los cruceros paraban en Palma.
Con CLIA (Asociación Internacional de Líneas de Crucero), había yo interactuado participando en cinco de las conferencias Posidonia Tourism East Mediterranean and Black Sea demostrando las coincidencias entre los cruceros pequeños y los grandes yates.
Evaluamos la posibilidad de reducir las escalas, tanto en fechas como en horas como en capacidad de pasajeros, con la furibunda oposición de la Autoridad Portuaria de Baleares, no dispuesta a perder ni una sola tasa para poder controlar ese turismo.
Hoy, parte de ese planteamiento se lleva a cabo de acuerdo con CLIA, y se ven resultados positivos ante esta acción conjunta. Amsterdam, Berlin, Madrid, Roma, Londres, Paris, Praga, Estocolmo, y Viena son las ciudades europeas con más turistas por residente. Venecia también está implementando el control de entrada de turistas porque no quieren llegar a sufrir el problema antes de encontrar soluciones.
Lo que nunca se dice o informa, es que la densidad turística y su efecto se mide por la relación turista – habitantes. Las ciudades crecen en habitantes, y no por ello su superficie acompaña el crecimiento. Debe incluirse la superficie de los atractivos turísticos de una ciudad en la fórmula que encuentre la solución. Habrá grupos (generalmente empresariales) a quienes no gustará la reducción de turistas, pero hemos llegado a una realidad compleja que exige adaptarse para poder seguir adelante.
Y ahora, el mensaje que quiero compartir: la náutica no ocupa lugar en tierra, salvo cuando desembarca para almorzar o cenar. El nauta, en propiedad o el de charter, vive a bordo, gasta mucha menos agua que el huésped de un hotel, genera con su visita o con su amarre permanente un buen movimiento de la economía local. Es un turista generalmente bien educado, amante y respetuoso con la mar, casi diría el turista ideal. No lo espantemos, porque nos conviene mantenerlo como fuente de ingresos válida y muy poco polucionante.
No creemos más puertos, pero expandamos los que se puedan para incrementar la náutica social, y para el turista náutico que viene de fuera (sea Málaga o Estambul), ofrezcamos boyas de bajísimo impacto medioambiental (hice dos proposiciones a Ports IB sobre cómo hacerlo) en una cantidad que no sature la capacidad natural de las islas. Y cuando lleguemos a la densidad máxima admisible, se cierra el grifo, como se hace con los slots en los aeropuertos o al cargar un ferry.
Debemos auto educarnos. Navegué mucho por Suramérica, el Caribe y el Mediterráneo. Muchas veces no conseguí entrar en el puerto que deseaba o recibir los servicios que necesitaba. Son las reglas del juego, a mis jefes no se les ocurrió presentar una querella, apelar al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional. Y es que la tele nos muestra cada ejemplo...