Es importante que no sólo observemos las cifras para hacer nuestros diagnósticos. Si nos limitamos a analizar las estadísticas de matriculaciones, llegaremos a la conclusión de que el sector del chárter está en auge. Nunca se habían registrado tantas altas de embarcaciones de Lista Sexta. Aunque ves que algo no cuadra cuando te acercas a la principal estación de alquiler de barcos de Mallorca, Lonja Marina Chárter, preguntas por el encargado y te cuenta que la temporada ha sido mala, que algunas empresas han caído un 30% y que los piratas campan a sus anchas por el sector igual que la última vez que les preguntamos por el tema. Que sí, que se ve que hay más matrículas y que, seguramente, los vendedores de barcos tienen motivos para estar contentos, pero que lo cierto –y te enseña una foto para demostrar que lo que dice es real– es que en pleno mes de agosto su marina estaba medio llena, es decir, que parte de la flota de alquiler estaba parada en el apogeo de la temporada alta.
¿Qué ocurre? ¿Dónde está el desfase? La respuesta nos devuelve a un asunto muy recurrente en esta Gaceta Náutica: los empresarios españoles de chárter que cumplen con sus obligaciones legales juegan con desventaja frente a tres tipos competidores: a) las compañías extranjeras domiciliadas en paraísos fiscales como Mauricio o las Islas Vírgenes que hasta ayer mismo estuvieron emitiendo sus facturas sin IVA (las últimas noticias que nos llegan es que Hacienda se ha puesto las pilas en este apartado); b) los particulares que, sin necesidad de cumplir con la estricta normativa de las empresas chárter pero asumiendo (eso sí) el riesgo de ser cazados y multados, alquilan sus barcos de Lista Séptima; y c) las embarcaciones de particulares con bandera extranjera que vienen a Mallorca a hacer el agosto recogiendo a turistas en los puertos y que permanecen la temporada entera fondeadas y fuera de cualquier control medioambiental. ¿A dónde van a parar, si no es directamente al mar, las aguas residuales de estas embarcaciones?
No nos cansaremos de insistir: no puede ser que quien cumple la ley en su propio país resulte perjudicado por compañías foráneas que se saltan durante años normativas tan elementales como no abonar el IVA por servicios finalistas prestados en España. Por no hablar de las nuevas plataformas de la economía colaborativa que comercializan oferta ilegal sin que nadie les diga nada.
A las diez empresas de Lonja Marina Chárter, que asumieron en su día el riesgo de gestionar su propia marina para no tener que depender de otros puertos deportivos, se les suma un nuevo problema: la concesión de sus instalaciones expira el próximo mes de marzo y la APB aún no se ha pronunciado sobre si ampliara el plazo, como sí ha ocurrido con otros puertos como Marina Port de Mallorca, STP o el Club de Mar.
Parece lógico que si los pescadores y los golondrineros tienen sus propios amarres (a precios simbólicos), las chárter dispongan de una estación bien situada y en condiciones. La Autoridad Portuaria debería ser sensible a esta situación y renovar el contrato de Lonja Marina Chárter. La incertidumbre actual no se puede mantener por más tiempo. Ha de decidir.
Los jugadores de ventaja del chárter
Aumentan las matriculaciones de Lista Sexta pero las empresas españolas hablan de «crisis sin precedentes»